miércoles, 27 de febrero de 2013

Cocido madrileño

Hoy es el Día de la cuchara o, mejor dicho, en idioma twitter, el #díadelacuchara.
No es que yo esté muy puesta en esto de las iniciativas twitter (de hecho, esta es la primera en la que participo), pero me gustó la idea y, además, pensé que era una forma original de publicar una receta que no tenía en el blog y que no puede faltar en ninguna casa: el cocido madrileño.

En mi casa y en todas las casas de gente cercana se come con cierta frecuencia cocido madrileño. Es cierto que no conozco una única versión, es la típica receta que se lleva cocinando años y años y que hemos ido adaptando cada cual a nuestros gustos y a nuestra forma de vida. 
Convencida estoy de que yo no lo hago igual que lo hacía mi abuela y, de manera indirecta, de ella lo he aprendido porque ella se lo enseñó a mi madre y mi madre a mí. Aunque sí sé que yo no lo hago igual que mi madre: ella nunca lo ha hecho en olla exprés ni nada parecido, es de las de "a fuego lento". Y yo, por necesidad y también por comodidad, para qué nos vamos a engañar, uso la olla rápida porque, además, nos gusta como sale.

Os voy a contar mi versión, pero estoy requetesegurísima de que no encontraréis dos iguales. Es lo bueno, que la podemos adaptar a lo que nos gusta, lo que nos apetece y, por qué no, a lo que tengamos en el frigorífico en ese momento.


Ingredientes:
  • 350 gr. de garbanzos de la variedad que más nos gusten.
    Yo prefiero los pedrosillano que son pequeñitos y más bien duritos, no se deshacen y tienen poco pellejo (y esto es, no solo por los cachorritos, sino por los papás también, que maniáticos somos todos)
    Y digo 350 gr. por decir una cantidad más o menos aproximada porque jamás los he pesado: yo cojo en cuenco donde los voy a poner en remojo y, a ojo, vuelco un montón de garbanzos...
  • 1 cuarto trasero de pollo. Se puede sustituir por la carcasa de una gallina, pero a nosotros nos gusta luego comernos la carne del pollo. La gallina da un sabor y un color diferente al caldo, pero la carne no es "comestible".
  • 1 trozo de morcillo o de falda de ternera.
    Vale, aquí me confieso analfabeta total. Cuando volvimos del viaje de novios, después de tres semanas en las antípodas y con ganas de comernos un cocido, le pregunté a mi madre y ella me dijo que le echara morcillo. Tal cual yo me fui a la carnicería y lo pedí y así sigo haciéndolo a día de hoy. No me pidáis más detalles. Pero pedid un trozo que sea bueno y jugoso porque es una delicia luego comerse esta carne con los garbanzos cuando sale rica y casi se deshace en la boca.
    El tamaño, dependerá un poco de la cantidad de cocido que queráis preparar, si os gusta que sobre para luego hacer croquetas ropa vieja o hummus o simplemente para comer cocido de sobras un par de días después.
    Tampoco os puedo dar indicaciones de la cantidad que yo uso porque voy a la carnicería y pido "un trozo grandecito de morcillo", ¿medio kilo?
  • 2 puntas de jamón. Queda delicioso si, en vez de las puntas, le ponemos un trozo de jamón directamente. El cachorrito mayor enloquece en estos casos.
  • 1 chorizo para guisar. A mí me gusta que sea más bien seco, que no se quede muy blandito ni suelte demasiada grasa para que el caldo no se quede excesivamente rojo: que simplemente coja el gustito.
  • 2 patatas medianas.
  • Verduras al gusto: judías verdes, repollo (¡¡me encanta con repollo!! pero soy la única de la familia que piensa así), nabo, puerro. Yo suelo poner solo judías verdes y un par de zanahorias.
  • Agua
  • Sal
  • Opcionalmente se puede echar un trozo de panceta, pero a mí no me gusta, se queda con demasiada grasa. Prefiero prescindir de ella.
Preparación:
  • Con unas 8 horas de antelación ponemos en remojo los garbanzos con abundante sal (como 6 o 7 cucharadas soperas), en un cuenco amplio: tened en cuenta que con el remojo crecerán. Removemos para que se disuelva un poco la sal y nos olvidamos de ellos.
    En los primeros cocidos que hice, a pesar de respetar los tiempos de cocción escrupulosamente, los garbanzos se quedaron duros. Consultada la experta (o sea, mi mami), me dijo que les echara más sal durante el remojo, muuuucha sal. Y con este truquito, tiernos y perfectos.
    Sé que hay quien les echa bicarbonato, pero yo no lo he probado nunca.
  • Pasado este tiempo lavamos un poco los garbanzos y los metemos en una redecilla especial para legumbres.

Yo este paso antes me lo saltaba y metía los garbanzos en libertad en la olla, pero creedme que es mil veces más fácil luego sacarlos así, que pasarse un buen rato pescando garbanzos.
  • En una olla grande (olla exprés, rápida o no, a nuestra elección) echamos todos los ingredientes. Yo prefiero echar la carne (el pollo, el morcillo, chorizo y jamón) primero y disponer lo demás por encima.
    Las patatas partidas en trozos medianos. Las zanahorias y las judías verdes enteras (peladas, eso sí).
  • Cubrimos con agua, mucha agua para que salga mucho caldito. El agua tiene que tapar bien todos los ingredientes. Cuidado con no rebasar los límites de nuestra olla, puede ser peligroso.
  • Echamos dos cucharaditas de sal y si queréis un chorro de aceite de oliva. Yo no lo echo, me gusta menos "grasoso"; con la grasa del chorizo tengo suficiente.
  • En mi caso, que uso olla rápida, cierro bien la tapa y lo pongo a cocer hasta que se levanta el pitorro y, a partir de ahí, programo la vitro 20 minutos a fuego bajo.
    El tiempo de cocción va a depender de cada olla, pero normalmente siempre viene indicado generalmente en la tapa.
  • Y si optáis por el método "a fuego lento", tendréis que preparar el cocido con bastante antelación porque necesitará unas 4 horas de cocción, dependiendo de la cantidad de legumbre que hayáis echado. Se pone a fuego alto hasta que rompe a hervir y luego se baja a fuego medio-bajo controlando que no deje de cocer, pero que no lo haga demasiado rápido para que no se nos salga el líquido de la cazuela ni se nos deshagan los ingredientes.
  • Cuando termina la cocción, dejamos que la olla se despresurice sola. Es muy importante no abrirla hasta que el pitorro haya bajado del todo, por seguridad. No queremos ningún incidente.
  • Abrimos la olla y ¡¡ya está nuestro cocido listo!!

Si es que más fácil no puede ser. Por eso me gustan a mí las legumbres: porque son sanísimas y muy fáciles de cocinar.
    Para servirlo:
    • Sacamos los ingredientes sólidos y los servimos en bandejas monas que podamos llevar a la mesa. Reservamos.
    • Apartamos la cantidad de caldo que vayamos a necesitar para preparar la sopa para los comensales que seamos y lo colamos para evitar que tenga impurezas: algún resto de la piel del pollo o de los garbanzos, trocitos de patata que se hayan podido deshacer, etc.
    • Calentamos este caldo hasta que vuelva a hervir y, en ese momento, le echamos fideos al gusto. A mí me gustan los cabellín, que son más finitos.
    • Cuando la sopa esté lista servimos y cada cual lo toma a su manera.
    En casa somos cuatro y creo que tomamos el cocido de cuatro formas diferentes. Yo sirvo cuatro platos de sopa y pongo en el centro el compango; cada cual lo apaña como más le gusta:
    • El cachorrito mayor se echa de todo en la sopa. La mezcla con la carne partida en trocitos, con los garbanzos, el chorizo y el jamón en un totum revolutum que disfruta como si le hubiéramos puesto el manjar más delicioso del mundo. En cierta manera, lo es.

    • La cachorrita peque prefiere mezclar la sopa con los garbanzos y comerse la carne (si es que se la come) de segundo plato.
    • Papá lo hace como el cachorrito mayor, pero echa también patata y ya, si le pones la sopa de arroz, en lugar de fideos, es feliz.
    • Y yo me tomo la sopa tal cual, solo sopita como primer plato. De segundo ya los garbanzos, con la carne (para mí solo morcillo) y el choricito.
    No sé si es porque somos de Madrid pero la mayoría de las casas en las que lo he tomado se hace más o menos así, pero imagino que esta receta tendrá variantes en otros lugares de España (aunque ya no será cocido madrileño, ¿no?), ¿os animáis a contarme cómo lo conocéis vosotros?

    Pido disculpa por las fotos, que me han salido espantosas (las he retocado un poco para que parezcan antiguas y, así, disimular un poco, pero qué tramposa soy).
    Prometo volver a intentarlo en el próximo cocido para actualizar la entrada y ponerla más mona. En condiciones normales no habría publicado esta receta hasta tener unas fotos un poco más chulas, pero es que ¡¡¡¡#eldíadelachucara es hoy!!!

    Además, nieva en Madrid, ¡un buen cocido para comer nos templará el cuerpo de maravilla!!

    sábado, 23 de febrero de 2013

    Pan de bollo sevillano

    Os presento estas preciosas y deliciosas barritas. Son unos bocatines riquíiisimos que he preparado para participar en la inciativa de este mes de Bake the World, aunque yo, que nunca he sido de hacer las cosas a última hora, estoy cogiendo ese vicio últimamente y no he llegado a tiempo.
    Por suerte, Clara es un cielo y me dijo que no me preocupara, que cuando lo hiciera le avisara y ya (bueno, en realidad esto me lo dijo para el pan del mes pasado, el pan lavash que aún tengo pendiente, ay, qué mal, qué mal).


    El caso es que estos tenían tan buena pinta que no he podido resisitirme. Y, además, se preparan amasando con un rodillo, una técnica parecida a la que utilizo para hacer el pan de molde: después del primer levado, se pasa un rodillo por la masa y se enrolla.
    Me apetecía tanto hacerlo con un pan que no fuera de molde que, aunque tarde, aquí estoy con mis panes de bollo sevillano.

    Ingredientes:
    Para el poolish:
    • 150 gr. de harina de fuerza
    • 90 ml. de agua
    • 1 o 2 gr. de levadura fresca de panadero
    Para la masa:
    • Todo el prefermento
    • 180 gr. de harina de fuerza
    • 70 ml. de agua
    • 7 gr. de levadura fresca de panadero
    • 1 cucharadita de sal.
    Necesitaremos, además, un rodillo y unos brazos fuertes (no como los míos) para estirar la masa tras el primer levado.

    Preparación:
    • Comenzamos, como casi siempre hago, preparando el poolish con unas 12 horas de antelación: mezclamos todos sus ingredienes, lo tapamos y lo dejamos reposar para que fermente.
    • Pasado este tiempo ponemos todo el poolish y el resto de los ingredientes en la cubeta de la panificadora con el programa solo de amasado. Dejamos el primer levado dentro de la máquina (encendida o apagada, dependiendo de la temperatura exterior).
    • Cuando la masa haya doblado su volumen, la volcamos sobre la superficie de trabajo ligeramente enharinada y la extendemos con un rodillo que también habremos enharinado.
    • Procuararemos que tome forma de cuadrado o rectángulo; entonces plegamos la masa en 3 partes (parecido a la técnica para hacer hojaldre), giramos 90º y volvemos a estirar con el rodillo.
      Siento no tener fotos de este proceso porque con imágenes es más sencillo. Solo tenemos que imaginarnos un folio que doblamos como si fuera una carta para meterlo en un sobre, en 3 veces. Pues esto mismo, con la masa.
    • Esta operación hay que repetirla la friolera de 9 veces, dejando a la masa (y, de paso, a nuestros brazos) descansar unos 5 minutos cada 3 estiramientos. De esta manera: rodillo-pliegue-rodillo-pliegue-rodillo-pliegue-descanso de 5 minutos.
    • Tras el último amasado, enrollamos la masa como si fuera un pergamino (¿los pergaminos se enrollaban??) y la dejamos reposar unos 40 minutos.
    • Pasado este tiempo, partimos nuestro pergamino en tantas partes como barritas queramos tener; yo hice 5.
    • Cada una de estas partes volvemos a pasarla por el rodillo y a enrollarlas. Sellamos los bordes para que no se nos abran, hacemos un corte en la superficie y dejamos reposar el tiempo necesario para que doblen su volumen.
      Esta parte (no la del reposo, si no la del sellado y el greñado) es quizá la más delicada de todo el proceso porque si no sellamos bien, el pan se nos abrirá por ese lado, en lugar de por la greña y no quedará tan bonito (rico probablemente sí).
      En cuanto al greñado, hay que tener cuidado y procurar cortar la primera capa del rollo (¿nos acordamos de que hemos enrollado cada barrita?) para que, al crecer luego en el horno, asome por la greña la segunda capa. A mi me recuerda una panza de embarazada, mirad este panecillo:

    • Cuando hayan doblado su volumen, los metemos en el horno precalentado, a 200º durante media hora, dependiendo del horno.
      Curiosamente y, a pesar de la baja hidratación de este pan, he notado que tardaba más en cocerse que otros panes. Supongo que tendrá su lógica, pero yo que de química entiendo nada y menos, pensé que sería justo al contrario.
      Así que tuve que echarle un poco más de paciencia a pesar, además, de ser panecillos, que siempre tardan menos que una barra u hogaza grande.

    El resultado es un pan con corteza crujiente y miga compacta, muy muy rico y perfecto para mojar en la salsita de los guisos.

    ¿O tal vez preferís prepararos un bocata de queso cuarado con él?


    Feliz fin de semana.

    Podéis ver más información sobre la técnica para prepara este pan, en el blog de Bake the World

    jueves, 21 de febrero de 2013

    Galletas Coral

    Hoy no traigo receta.



    Hoy solo quiero agradecer a Galletas Coral por haberme enviado un lote de sus productos que, además, llegó justo el día de mi cumpleaños. Los cachorritos estaban convencidos de que era, precisamente eso, un regalo de cumple.

    El papá de los cachorritos no pudo resistirse y abrió una de las bolsas antes de que pudiera hacer la foto, las galletas de coco. Creo que le recordaban a su infancia porque son este tipo de galletas que ahora se ven menos, pero que hemos comido de pequeños un montón de veces. ¡¡Recuerdo separar las capas de galleta como hacen mis hijos ahora con las oreo!!


    El domingo viene la familia a comer a casa para celebrarlo, así que ya tengo pensado qué voy a preparar con alguna de estas galletitas pero es un secreto, os lo contaré en su momento.


    Desde aquí, quiero agradecer este bonito detalle a Galletas Coral. Además es que me he dado cuenta de que muchas veces nos complicamos la vida, compramos otras galletas mucho más "modernas" y elaboradas (pienso, sobre todo, en las chisp ahoy, oreo y este tipo de galletas más "americanas"), olvidándonos de lo nuestro, de las galletas de nuestra infancia.

    Hoy, toca merienda de cuando yo era niña.

    Feliz tarde de jueves.

    miércoles, 20 de febrero de 2013

    Chocolate pumpkin pie. Desafío en la cocina.





    Día 20 = Desafío en la cocina.
    Esta vez desafío dulce y, por encargo de Mª Luz, de Trasteando en mi cocina, una "pumpkin pie". Una tarta americana de calabaza.
    Lo cierto es que varios miembros del grupo del desafío entramos en shock cuando nos enteramos de lo que teníamos que cocinar. No en vano, esto es un "Desafío en la cocina".
    Se trata de una tarta con una base de masa quebrada y relleno de calabaza que, combinada con especias (canela, jengibre, nuez moscada y clavo de olor) es muy típica de las fiestas de acción de gracias y de las navidades americanas.
    Yo he adaptado la receta original a los gustos de casa y es que no creía que una tarta de calabaza fuera a triunfar: cocinar para los cachorritos es lo que tiene. En cambio, con chocolate, todo entra mejor.
    Además es que yo no soy muy de especias y no tenía ninguna intención de usar jengibre ni clavo de olor, no me gustan. Pero la idea de no echarlas, así, sin más, tampoco me convencía porque le quitaría toda la gracia a la receta.
    Así que navegué y navegué por la red y vi alguna página americana en la que usaban chocolate o coco para darle otro toque a esta tarta. De ahí saqué mi idea. De ahí y de aquí.

    Ingredientes:
    (para un molde de unos 20 cm. de diámetro)
    Para la masa:
    • 100 gr. de mantequilla fría cortada en cubos.
    • 200 gr. de harina (yo usé harina de fuerza por motivos de intendencia doméstica, pero por lo que he leído en todas las recetas, la harina "normal" o "de todo uso" valdría perfectamente)
    • 5 cucharaditas de azúcar
    • 1 huevo
    • 1 pizca de sal
    • 2 cucharadas colmadas de cacao en polvo (no colacao ni nesquick, cacao tipo Valor)
    • 1 par de cucharadas de agua fría (solo en caso necesario).
    Para el relleno de la tarta:
    • 700 gr. de calabaza (aproximadamente)
    • 1 cucharadita de canela en polvo
    • 150 ml. de nata líquida
    • 150 ml. de leche
    • 165 gr. de azúcar
    • 3 huevos
    • 1 cucharada de esencia de vainilla
    • 3 o 4 cucharadas de cacao en polvo
    • 1 cucharada de coco rallado.
    ¿Cómo lo hacemos?
    Primero tenemos que preparar la masa quebrada. Podemos sustituirla por masa quebrada comprada (la venden refrigerada y congelada, pero a mí me apeteció hacerla yo para darle también el toque de chocolate; además, me ha venido bien aprender a hacerla porque así la usaré para alguna quiché, que me encantan).
    Tenemos que procurar trabajarla poco para que no coja elasticidad y haga honor a su nombre: masa quebrada.
    • Mezclamos la harina con la mantequilla fría cortada en daditos pequeños, hasta que se nos quede una mezcla arenosa. No tiene consistencia de masa.

    • Añadimos el resto de los ingredientes de la masa, salvo el agua, y mezclamos bien, como he dicho antes, sin trabajar demasiado.
      Añadiremos solo el agua si vemos que la masa queda demasiado seca y difícil de trabajar, arenosa. Solo si la masa lo pide. Si no, prescindiremos de ella. Yo no tuve que usarla.
    • Le damos forma de bola, la envolvemos en papel film y reservamos durante una hora o dos en el frigorífico. Yo no disponía de tanto tiempo, así que lo metí en el cogelador durante media hora, más o menos, mientras prepararaba el relleno de la tarta y trasteaba por la cocina apañando otras cositas.
    • Pasado este tiempo, sacamos la bola del frigo o congelador, la ponemos sobre dos láminas de papel parafinado y la extendemos con el rodillo hasta que quede del grosor deseado. No demasiado gruesa, aunque no crece en el horno.
    • Forramos con la masa el molde en el que preparamos la tarta y la pinchamos con un tenedor.
    • Metemos al horno, previamente precalentado, a 180º durante 30 minutos, aproximadamente. Las indicaciones habituales para este tipo de masa es "hasta que se dore". El problema es que, al ser esta chocolateada, no le veremos el color dorado, así que tendremos que estar pendientes para que no se nos queme.
    • Cuando esté lista sacamos y reservamos. Si tuviéramos el relleno ya listo, deberíamos dejar la masa templar un poco.

    Ahora nos toca preparar el relleno; mientras lo hagamos, mantenemos el horno encendido, para que conserve el calor, ya que no se tarde mucho y, en cuanto lo tengamos listo, tendremos que volver a meter la tarta:
    • Asamos la calabaza, bien en el horno, aprovechando el calor del precalentado y el horneado de la masa o bien en el microondas, hasta que esté blanda y se pueda escachar con un tenedor fácilmente.
      Esto dependerá mucho del tipo de calabaza porque el que yo usé esta vez (prohibido preguntarme el nombre o tipo, no tengo ni idea, solo sé que era diferente) era distinto al que había usado para preparar este bizcocho y me costó bastante más que cogiera el punto adecuado.
    • Aplastamos la calabaza asada con un tenedor y la dejamos escurrir unos minutos para que suelte el agua que pueda tener.
      Puntualizo de nuevo que dependerá del tipo de calabaza. Esta mía no soltó ni gota...
    • Ponemos en un cuenco amplio 500 gr. de calabaza asada (si nos sobra, podemos hacer con ella una crema de calabaza) y el resto de los ingredientes del relleno, salvo el coco rallado. Mezclamos bien con la batidora. Cuando esté listo, incorporamos el coco rallado y removemos con una cuchara de madera o con unas varillas.
    • Vertemos la mezcla sobre la base de masa quebrada y metemos al horno a 180º durante 30 o 40 minutos.
    • Iremos comprobando si la tarta está lista, pinchando el centro con un palito. La sacaremos del horno cuando el palito salga limpio, aunque parezca que no está cuajada del todo; en este momento la textura de la parte central de la masa será parecida a la del flan, pero no la dejéis más en el horno o se secará.
    • Dejamos reposar la tarta hasta que esté templada y, entonces, la metemos al frigorífico.

    La experiencia de mis compis del Desafío en la cocina dice que esta tarta está mucho más rica de un día para otro. Yo, puesto que la llevé para el cumple de mi suegra, preferí no arriesgarme y hacerlas caso.
    La tomamos fría y acompañada de nata montada.


    Es una tarta especial, con una textura suave y una mezcla de sabores delicados, combinados con el intenso sabor del chocolate. La masa crujiente le da un toque muy especial, como los típicos "pies" (pais, que no pies) anglosajones.
    No es de mis tartas favoritas, pero es especial. Me quedo con las ganas, ahora, de preparar algo más clásico, el apple pie del que tanto escuché hablar cuando estudiaba inglés. Todo será probar ahora que sé cómo preparar la masa quebrada.

    No quiero finalizar esta entrada sin agradecer al grupo del Desafío porque sin él no habría probado, ni en sueños, a preparar esta receta y, oye, siempre hay que probar cosas nuevas; de todo se aprende y ¡en la cocina también!
    Los demás cocineros han preparado más pumpkin pies que podéis ver aquí. No dejéis de cotillearlas, seguro que hay propuestas sorprendentes. Yo voy ya mismo a pasearme por sus blogs.

    El próximo Desafío en la Cocina será el día 20 de marzo; será una receta salada que propondrá Rocío, de Chismes y Cacharros, ¡a ver con qué nos sorprende!

    Feliz miércoles, que ya estamos a mitad de la semana.

    sábado, 16 de febrero de 2013

    Celebrando el primer cumple-blog

    Un año cumple ya este blog. Un año entero haciendo fotos a los platos (cocinando llevo más tiempo, claro, no en vano el cachorrito mayor tiene 7 añazos ya y tiene la buena costumbre de comer -y no sabéis cuánto- a diario), intentando pensar nuevas recetas y obsesionándome a veces con ello.

    Pero me encanta, me gusta este mundillo, me gustan las nuevas amistades que estoy conociendo y por ese motivo, no quería dejar de celebrarlo.

    Gracias a todos los que habéis venido a esta fiesta y habéis aportado vuestro granito de arena, sois geniales. Gracias también a los que no habéis podido o no habéis querido, pero estáis ahí, detrás de la pantalla, leyéndome habitualmente. Gracias a mi loca familia por apoyarme en todo. Gracias, como no, a mis cachorritos y su papi que prueban todo (o casi) lo que cocino con más o menos éxito. Y hasta colaboran muchas veces en la cocina y siempre en hacer que este blog sea posible.

    Si sigo con los agradecimientos, me pondré sensiblona y se me saltarán las lágrimas, así que 
    ¡¡Que empiece la fiesta!!

    Todos estos amigos han venido con una tarta espectacular, aquí las tenéis:

    Para celebrar este acontecimiento tan especial, Isa -la otra bloguera cumpleañera y yo decidimos preparar  esta receta de Tomillo, Laurel y otras cosas de comer.
    Como ahora no es temporada de cerezas, decidí hacerla en otra versión: tarta mousse de chocolate blanco con galletas oreo. Aquí os dejo la foto, pero la receta os la contaré en unos días. Ya adelanto que no me salió tan vistosa como a Carolina y es que, al quitarle el papel parafinado se me quedó pegado a los bordes; es por eso que han quedado un poco irregulares.
    En cualquier caso, en un cumple, hay que comerse un pedacito:

    Ana, de Cocinando con Anni, nos ha traído una fantástica tarta de manzana que será express, pero tiene una pinta increíble. A mí me ha conquistado porque las tartas con hojaldre son de mis favoritas:
    Carolina, de Tomillo, Laurel y otras cosas de comer, nos ha traído una tarta arcoiris tamaño XL. Y, además, muy especial porque fue la que hizo para el cumple de su princesa. Esta chica es que, además, es especialista en tartas, qué maravillas hace:

    Patricia, de Recetas y lo que se me ocurra ha preparado esta deliciosa trata de chocolate y Baileys, ay, madre, con lo que a mí me gusta el Baileys:

    Mayca, de Mi Oasis, nos trae una tarta inglesa de almendras, ¡qué buena!

    Amalia, de Mis cuadernos de cocina, se presentó con una tarta de chocolate, todo un clásico. Pero, ¿a quién no le gusta una tarta de chocolate? A mí, personalmente, me encanta:

    Mª Luz, de Trasteando en mi cocina ha preparado esta riquísima tarta mousse de dulce de leche. Espectacular con ese ferrero coronándola:


    Carmen, Nina y Mila, de la cocina de Camilni, han traído una tarta especialmente pensada para los más peques, para los cachorritos, esta preciosa tarta arcoiris ¡¡claro que sí!! que también tienen derecho a disfrutar de la fiesta:

    También ha venido María, de Anyol blog, con esta tarta de Halloween tan original, sobre todo teniendo en cuenta las fechas. Pero, ¿quién ha dicho que en un cumple no pueda haber murciélagos y vampiros. En el nuestro sí se puede: 
    Está claro que las galletas oreo son un éxito y se utilizan para un montón de postres ricos. Bea, de Bea recetas y más, coincide conmigo y ha traído esta tarta oreo. Claro, que a ella le ha salido, no sé si más rica, pero al menos más bonita que la mía sí:


    Y si las galletas oreo trinufan, qué podemos decir de las tartas mouse. Marilú, de La brujita Marilú entre pucheros, nos ha traído la tarta que preparó para el cumple de su marido, una tarta mouse al oporto, tan espectacular como veis a continuación:


    Mar, de Mar entre fogones, nos trajo una tarta de fresas riquísima, a mí que me encantan las fresas con nata. Es la que preparó para el cumple de sus niños:

    Rosa, de Azafrán y pimentón, se presentó con una riquísima tarta de queso y membrillo que está de rechupete:

    Carmela, de Los inventos de Carmela, vino con la tarta que preparó para el cumple de su pequeño. Ya van, al menos tres mamis, que traen una tarta tan especial como esta, la de sus cachorritos, ¡qué gesto tan tierno!:


    Para terminar tengo que deciros que, pese a que dijimos que solo valía participar con tartas, he recibido un flan muy especial que tengo que incluir. Es el maravilloso flan que hace mi mami, el flan más rico del mundo, os lo puedo asegurar.
    No soy capaz de recordar la cantidad de veces que hemos estado ella y yo mano a mano, delante de un flan como este sin poder parar de comerlo. Mil veces hemos dicho "vamos a parar que no le vamos a dejar ni un cachito a papá". Y, al final, parábamos y le dejábamos un pedacito, claro; pero con gusto nos lo hubiéramos comido entero.
    Gracias, mami, por participar también en esto, ¡¡te quiero!! 


    Han venido más invitados a la fiesta: no os perdáis las maravillosas tartas que han traído otras compañeras,  blog de Isa, Cocina con Reina a quien también quiero felicitar desde aquí por este primer año de bloguera-cocinera y por ayudarme con la organización de la fiesta.

    ¡¡Vamos a por el segundo!!

    jueves, 14 de febrero de 2013

    Salteado de coles de Bruselas y champiñón con cuscús

    Pues hale, tan descriptivo me ha quedado el título, que casi me podría ahorrar el listado de ingredientes, aunque no lo haré, no temáis.

    Ocurre que, desde principios del otoño he ido viendo como las hermanas de La cocina de Camilni han cocinado coles de Bruselas de diferentes maneras y yo, que adoro las coles de Bruselas, las he imitado en más de una ocasión. A lo mejor no las he hecho tal cual ellas han indicado, porque luego cada una en su cocina hace de su capa un sayo, pero siempre me han encantado, aunque eso no es meritorio porque, ya os digo, a mí estas pequeñas coles me parecen deliciosas.


    Hoy os cuento una de las recetas que más me gustó, quizá porque las acompañé de cuscús que también me encanta.
    Ingredientes:
    • 300 gr. de coles de Bruselas. Mejor frescas que congeladas porque, como con casi todo, están mucho más ricas, no hay color. Y mejor si son pequeñas que muy grandes, a mí me gustan más.
    • 300 gr. de champiñones.
    • 2 dientes de ajo
    • un vaso de cuscús
    • 100 gr. de jamón troceado (se puede sustituir por beicon, fiambre de pavo, los restos de un filete de pollo)
    • un chorro de vino blanco
    • sal, aceite y una cucharadita de mantequilla

    Preparación:
    1. Limpiamos las coles de Bruselas, quitándoles las hojas de fuera, las lavamos bien y las ponemos a cocer al vapor durante 10 minutos. Tienen que quedar tiernas, pero no demasiado blandas.
    2. Mientras tanto, lavamos los champiñones, les quitamos los pies y los partimos al gusto. Yo los prefiero troceados antes que laminados.
    3. Ponemos en una sartén un chorro de aceite de oliva y los dientes de ajo partidos a la mitad. Sofreímos para aromatizar el aceite y retiramos los ajos. Añadimos los taquitos de jamón y le damos unas vueltas. Incorporamos los champiñones troceados y secos y salteamos.
    4. Cuando estén listos, añadimos las coles de Bruselas y el chorro de vino blanco; le damos un par de vueltas para que los sabores se mezclen bien, pero sin remover demasiado para que no se deshagan. Rectificamos de sal y lo dejamos cocer 5 minutos. Reservamos.
    5. Preparamos el cuscús según las instrucciones del paquete: se pone a hervir la misma cantidad de agua que de cuscús, con un poquito de aceite y sal; cuando rompa a hervir se retira del fuego, se echa el cuscús y la media cucharadita de mantequilla y se remueve bien. Se deja reposar 3 minutos y ¡listo!. Es bien fácil y rápido. Y, además, está buenísimo y combina con casi cualquier cosa.
    6. Cuando tengamos el cuscús listo, emplatamos junto con el salteado de coles y champiñón y ¡¡a la mesa!!

      Sugerencias:
      Para mí este plato, seguido de una buena pieza de fruta, es un plato único perfecto, con sus verduritas, sus hidratos y su pelín de proteínas.
      Siempre podéis seguirlo de un pescadito a la plancha si sois de mucho comer y con esto os habéis quedado a medias.

      ¿Te apetece probar otros platos de cuscús? Pincha aquí para ver más recetas.
      ¡Feliz tarde de jueves, que el fin de semana ya está a la vuelta!

      lunes, 11 de febrero de 2013

      Panecillos de leche con avena

      No sabía si publicar hoy esta receta porque justo la anterior también fue de unos panecillos deliciosos. He estado dudando un buen rato, por no ser repetitiva, pero luego me he dicho que compartir las cosas ricas no es malo y que, además, salvo en que son panecillos, se parecen bien poco los unos a los otros.
      Además, es que disfruto tanto haciendo masas de pan que no he podido resistirme, la verdad.

      Pero antes quiero aprovechar esta entrada para hacer unos comentarios que nada tienen que ver con la cocina, pero sí con el mundo blogueril.
      No quiero decir a nadie cómo manejarse en este mundo, claro, cada uno se apaña como puede, como quiere o como le parece bien. Pero no puedo menos que soprenderme ante determinadas actitudes que no me resisto a comentar desde este, mi pequeño espacio.

      En primer lugar quiero dirigirme al comentarista anónimo que ayer me dejó un mensaje bien feo en mi blog. Me niego a transcribirlo y no, no lo he publicado. Lo hubiera hecho si aportara algo porque las críticas constructivas aportan mucho, pero las destructivas nada. Así que, de ahora en adelante, rogaría a los visitantes por cortesía, primero que se identifiquen. Y segundo que respeten las normas mínimas de educación.
      Yo no falto a nadie. Solo pido que se me trate igual. Y si no te gusta una receta, no la  hagas. No hace falta ni que me lo digas. Pero si me lo quieres decir, hazlo. Con respeto. Igual aprendo una nueva manera mejor, porque no lo sé todo, no pretendo saberlo todo. Aprendo cada día.

      En segundo lugar, un llamamiento a las grandes blogueras para que prediquen con el ejemplo. Todas nos inspiramos en otros sitios cuando hacemos una receta, aquí está todo inventado y aunque yo me crea que he tenido la mejor idea del siglo, seguro que alguien lo ha hecho antes. Seguro segurísimo. Y se puede probar.
      No digamos que algo nos lo hemos inventado para hacer creer al mundo que somos geniales cuando es muy fácil, pero que muy fácil (con el auge de pinterest, más todavía) probar lo contrario.
      Mencionar las fuentes es bueno, como si fuéramos niños pequeños. Está claro que, en el fondo, hay gente que no dejar de serlo nunca.
      Y hay que predicar con el ejemplo, en esto y en las formas. Qué bonito dar una imagen a la galería y ser una verdulera (con perdón de las verduleras que son mucho mejores que esta señora) por detrás, sin atreverse a dar la cara.

      Así que después de este rollo y desahogo, paso a daros la receta de estos bollitos tan ricos que preparé la semana pasada.
      La base de la masa es la que suelo hacer para el pan de molde y que saqué del maravilloso blog de Hilmar que creo que todos conocéis, pero con una pequeña variante que os voy a contar enseguida.


      Ingredientes:
      (para unos 15 o 16 bollitos)
      Para el poolish:
      • 150 gr. de harina de fuerza.
      • 150 ml. de leche desnatada
      • 1 o 2 gr. de levadura de panadero.
      Para la masa:


      • Todo el poolish
      • 400 gr. de de harina de fuerza
      • 50 gr. de salvado de avena
      • 210 ml. de leche desnatada
      • 40 gr. de mantequilla
      • 1 cucharadita pequeña (de café) de sal
      • 1 cucharadita y media de postre de azúcar
      • 7 u 8 gr. de levadura de panadero
      Para decorar:
      • 2 cucharadas de copos de avena.
      • un par de cucharadas de leche.


      Elaboración:
      • La noche anterior o, al menos 12 horas antes -aproximadamente-, preparamos el prefermento mezclando todos los ingredientes, procurando que estén todos bien integrados. Dejamos reposar cubierto con papel film para que no se reseque.
      • Pasado este tiempo, ponemos todos los ingredientes de la masa, incluido el prefermento, en la cubeta de la panificadora y seleccionamos el programa de amasado. Dejamos hacer el primer levado en la máquina.
      • Terminado el programa, volcamos la masa en la superficie de trabajo, ligeramente enharinada y nos pringamos un poco las manos con aceite de oliva para poder trabajarla con comodidad. Desgasificamos.
      • Vamos partiendo la masa en porciones y le damos forma a los bollitos. Yo lo hice con una técnica que me gusta mucho y que ya había utilizado en la receta que os he comentado antes, del pan de molde "básico", por llamarlo de alguna manera: estirar la masa con el rodillo y luego enrollarla sobre si misma. Cuando lo hago de esta manera, la miga del pan queda jugosa, pero más compacta, lo cual es importante en los panes de molde porque si no luego no hay manera de cortarlo sin que se desmigue.
        En cualquier caso, no es obligatorio, podéis darle forma con las manos.
      • Ponemos los bollitos sobre una bandeja de horno forrada con papel de hornear y los dejamos reposar unas dos horas o hasta que doblen su volumen, bien tapados con un paño de cocina o con papel film.
      • Una vez hayan doblado su volumen, decoramos con los copos de avena y pintamos con la leche que teníamos reservada al efecto, para que los copos se queden bien pegaditos.
      • Introducimos en el horno, previamente precalentado, a 180º entre 20 minutos y media hora, hasta que estén doraditos.
        Al ser bollitos y no un pan grande, requieren menos tiempo de horneado, así que tendremos que vigilar para que no se quemen.
      • Sacamos del horno y dejamos reposar sobre una rejilla.

      El resultado han sido unos bollitos con un sabor muy suave y una masa jugosa, perfectos para un bocatín de media mañana o para la merienda de los cachorritos y que, tostados, untados con mantequilla y mermelada, han sido un desayuno de ensueño este fin de semana.


      En casa nos han encantado, así que no creo que sea la última vez que los preparo porque, además, me gusta incluir alimentos ricos en fibra en nuestra dieta, por todos los beneficios nutricionales que nos aporta y, además, es que la avena es un cereal con un alto contenido en vitaminas -en algún lugar leí que es el cereal que más vitaminas tiene-. 
      Incluso podríamos usar estos panes como panes de hamburguesa, que fue mi idea incial. Pero luego, las circunstancias mandaron y tuve que readaptar el menú.

      Espero que os guste y que paséis una feliz tarde de lunes. 

      No quiero despedirme sin recordaros que son los últimos días ya para participar en la fiesta de cumple-blog y agradeceros el haber leído hasta aquí.

      viernes, 8 de febrero de 2013

      Panecillos integrales de espelta y trigo


      Hoy os traigo unos panecillos individuales, muy ricos y sanos, hechos con harina de espelta integral, mezclada con harina de trigo.
      Para que desayunéis en fin de semana como unos señores, que no se diga. Para algo el desayuno es la comida más importante del día.

      La espelta es el cereal más antiguo que se conoce; se sabe que ya los romanos lo utilizaban e incluso se ha encontrado en yacimientos arqueológicos de más de 7 milenios, nada menos.
      Parece que su contenido en gluten es menor que el de otros cerales, lo cual la hace más fácil de digerir; pero precisamente por eso, es mucho más complicado panificar con ella. Yo, después de algún que otro fracaso "panarra", últimamente siempre la mezclo con trigo y así me evito disgustos. Porque, además, como la que hay en el mercado proviene, en su mayor parte, de cultivo ecológico, es bastante más cara que otras harinas.

      Ingredientes:
      • 180 ml. de agua
      • un chorro de aceite de oliva
      • 150 gr. de harina de fuerza (harina de trigo, en este caso)
      • 180 gr. de harina integral de espelta
      • una chucharadita de sal.
      • 8 gr. de levadura fresca de panadero.
      • un poco más de harina para espolvorear (opcional)
      Preparación:
      • Con unas horas de antelación (ahora en invierno, mínimo 6 horas) se elabora un poolish con toda la harina de fuerza, 150 ml. de agua y 1 gr. de levadura.
        Se deja bien tapado con un papel film o con un gorro de ducha y se deja reposar hasta que salgan burbujas que nos indiquen que esta masa está empezando a fermentar.
        Esta operación yo la hago, sobre todo ahora en invierno, por la noche, antes de acostarme. Y, al levantarme por la mañana, continúo con la receta. Evidentemente, estas cosas quedan para los fines de semana.
      • Ponemos en la cubeta de la panificadora el poolish y el resto de los ingredientes, (es decir, 30 ml. de agua, el aceite, la sal, la harina de espelta y el resto de la levadura) y seleccionamos el programa de amasado.
        Sin panificadora, pues toca hacer la operación de amasar a mano y, una vez terminado, poner la masa en un recipiente ligeramente aceitado, taparla bien y dejarla reposar hasta que doble su volumen.
      • Cuando termine el programa, volcamos la masa en la encimera, la amasamos un poco para desgasificarla y la cortamos en porciones del tamaño deseado.
        A mí me salieron 8.
      • Damos forma a las porciones y las vamos colocando en una bandeja de horno forrada con papel parafinado. Hacemos unos cortes en la superficie.
      • Cubrimos bien con un paño de cocina o papel film para que no se resequen y dejamos reposar hasta que los panecillos vuelvan a doblar su volumen.
        Entre una hora y dos, dependiendo de la temperatura. En verano menos tiempo.
      • Llegado el momento, precalentamos el horno, espolvoreamos con harina y horneamos los panecillos a 180º una media hora. Sabremos que están listos cuando al golpear la base suenen a hueco.
      Son ideales para el desayuno, con aceite de oliva y un tomate. Que se lo digan a los cachorritos.
      O para merendar, rellenos de jamón serrano, un bocatín perfecto.



      ¡¡Disfrutad del fin de semana!!




      jueves, 7 de febrero de 2013

      Galletas de mantequilla con chips de chocolate



      Una de las cosas que tenía pendientes era hacer galletas. Había preparado unas para mi AIG, unas galletas especiales que salieron muy ricas y con un sabor intenso a caramelo de violeta, pero me apetecía algo más "típico", que pudiera tomarme con el café o con esos tés aromáticos que suelo (suelo si puedo, claro, así que rectifico: que intento) tomarme por las tardes mientras el cachorrito mayor hace los deberes y la peque juega en el salón. 
      ¡Qué idílico suena! Bueno, pues de vez en cuando se consigue. Sacrificando, eso sí, otras labores domésticas.

      Estas, además, las preparé para regalar en navidades, a mi amigo invisible y creo que le gustaron mucho porque me pidió que se las hiciera de nuevo. Suerte que en breve es su cumple.

      La receta la saqué de El zurrón de los postres, aunque hay muchas parecidas en la red, más o menos con las mismas proporciones e ingrediente similares.
      Ahora estoy buscando otras que no lleven mantequilla. O al menos no tanta, por hacerlas no solo ricas, si no también más sanas, aunque he de confesar que ya las he preparado otro par de veces y duran en casa nada y menos ¡¡pero si hasta el no-golosón del cachorrito mayor se las come que da gusto!! Me encanta.


      Ingredientes:
      • 200 gr. de mantequilla sin sal, ablandada.
        280 gr. de harina de repostería
      • 120 gr. de azúcar glas. Por favor -ella sabe por quién lo digo- no uséis azúcar normal porque no se disolverá ya que los ingredientes no están calientes ni lo suficientemente líquidos. No sé qué tal resultado dará pasar el azúcar normal por la picadora, ralladora o thermimix para hacerla más fina porque no lo he comprobado.
      • 1 yema de huevo.
        Aquí he de decir que una de las veces usé el huevo completo porque, al ir a separar la yema, esta se me rompió. Pero me gustaron más las que usé solo con la yema. La clara se puede congelar y usar para otras cosas que ya os contaré u otras recetas que solo nos pidan claras.
      • 1/2 cucharadita de extracto de vainilla
      • 100 gr. de chips de chocolate.
      Perparación:
      • Necesitamos que la mantequilla esté blanda, para poder trabajarla, pero no derretida, líquida porque entonces las galletas nos quedarán muy duras. Al final de la entrada os recuerdo lo que dije aquí hace unas semanas sobre cómo ablandar la mantequilla.
      • Tamizamos la harina y reservamos.
      • Mezclamos la nuestra mantequilla ablandada con el azúcar glass, utilizando unas varillas.
      • Añadimos la yema de huevo y la vainilla. Volvemos a integrar bien con las varillas. Mejor que no sean eléctricas porque salpicaría demasiado.
      • Vamos incorporando poco a poco la harina tamizada y a la mezcla anterior y mezclando bien con las varillas. Es mejor hacerlo de a poquitos porque nos resultará más fácil trabajar la masa y que no queden grumos.

      • Cuando esté toda la harina bien integrada en la masa, añadimos los chips de chocolate y volvemos a mezclar, formando una bola al final.
      • Ponemos la bola de masa entre dos papeles de hornear y aplastamos con el rodillo hasta que la masa quede del grosor deseado de las galletas. 
      • Reservamos en el frigorífico durante, al menos, dos horas para que la masa se endurezca. Es importante que la masa esté dura al meterla al horno para que conserve la forma que queramos darle a las galletas.
      • Precalentamos el horno al máximo. Mientras tanto, sacamos la masa del frigorífico y las cortamos de la forma deseada, con cortapastas o "a mano", según el gusto de cada cual y pasamos las galletas a una bandeja de horno forrada con papel vegetal.
      Llegados a este punto he de confesar que yo esta técnica no la domino aún. No sé si es que soy muy lenta cortando las galletas, pero en las últimas la masa está ya un poco blanda, así que me cuesta pasarlas a la bandeja de horno sin que se me rompan y, además, no conservan la forma después del horneado.

      La solución que he encontrado, además de seguir practicando, ha sido olvidarme de las formas y cortarlas redonditas con un vaso, como las galletas "normales", redondas y chimpún. Así, el hecho de que se deformen, se nota menos. Una pequeña trampa, lo sé.

      • Bajamos el horno a 180º e introducimos nuestras galletas. Horneamos unos 10 minutos o algo más, hasta que estén doraditas, dependiendo de cada horno.
      • Cuando estén a nuestro gusto, sacamos la bandeja del horno y dejamos templar un poco; a continuación pasamos las galletas a una rejilla hasta que se enfríen del todo.
        Si las retiramos demasiado pronto se rompen con facilidad; cuando ya no están tan calientes, se pasan muy bien, ayudándonos de una espátula de cocina, a la rejilla.
      Observaciones:
      Estas galletas se conservan muy bien, durante más de una semana e, incluso, dos, en una lata de hojalata. No se ponen duras ni rancias. Es más, si me apuráis, están más ricas cuando han pasado un par de días. Es como si los sabores se hubieran asentado. Comer solo una es un reto.



      SOBRE LA MANTEQUILLA ABLANDADA O EN POMADA: "La mejor opción de todas es sacarla la noche anterior del frigorífico y dejarla que se ablande por si sola, pero la memoria a veces no da para tanto, así que yo uso algún que otro truco:

      • Podemos coger 1/3 parte de la mantequilla que necesitemos y fundirla en el microondas, con cuidado de no pasarnos y "freirla", basta con que esté derretida sin llegar a estar líquida. Entonces la mezclamos con los otros 2/3 utilizando un tenedor o un batidor de varillas.
      • Otra opción es rallarla con un rallador de queso y luego, trabajarla para que quede como una crema.
      • O partirla en varios trozos pequeños con un cuchillo y, a partir de ahí, ir aplastándola con un tenedor hasta que se ablande lo suficiente."
      Estoy enlazando esta entrada a la fiesta de enlaces "Galletas" del blog Personalización de blogs.