martes, 25 de junio de 2013

Mini quiches de salmón y mascarpone

La quiche, todos lo sabemos, es una tarta salada con base de masa quebrada (o pasta brisa) típica de la cocina francesa, de la región de Lorena, la famosa quiche lorraine. Esta es la original, pero como casi todo en cocina (y en la vida en general) tiene multitud de variantes, tantas como la imaginación te lo permita.

Esta que os traigo hoy tiene de quiche bastante poco, casi solo la masa quebrada de base y un recuerdo en el sabor cremoso del queso, pero yo la hice para aprovechar unos restos de la masa que me habían sobrado de unas tartas infantiles y para apañar una cena tardía después de toda una tarde metida en la cocina. Así que, además de los restos de pasta brisa, utilicé otros restillos que tenía por el frigorífico: un poco de salmón que me había sobrado de las crepes del fin de semana y algo de queso mascarpone que tenía abierto y que ahora no recuerdo para qué había usado.
El resultado fue tan bueno, estaban tan ricas, que merece la pena compartirlas con vosotros y tenerlas en el blog para poder repetirlas, en tamaño mini como estas o como una quiche grande.

Ingredientes:
(para 4 mini quiches del tamaño de un molde de silicona de magdalena)
Para una tarta grande de tamaño estándar, aumentar las cantidades multiplicándolas, al menos x3

  • Recortes de masa quebrada.
    Ya os digo que yo utilicé los recortes que me sobraron de las tartas; eran aproximadamente 4 discos de unos 6 cm de diámetro. Lo suficiente para forrar 4 moldes de magdalena de silicona.
    Para hacer una tarta grande, necesitaremos una lámina competa. En esta ocasión la que usé fue la del Lidl que, sinceramente, me pareció bastante buena; también podemos hacerlo nosotros mismos, pero la verdad es que después de preparar un cumpleaños infantil con 5 pizzas y 2 tartas, además de todo lo de alrededor, ya no me quedaban fuerzas. Espero que sabréis perdonarme ;)
  • 4 cucharadas de queso mascarpone
  • Queso rallado
  • 1 o dos lonchas de salmón ahumado

Elaboración:
Es muy sencillo, ya os digo que fue una receta de emergencia con la que salvar una cena tardía


  1. Precalentamos el horno a 200º
  2. Forramos unos moldes de magdalena con la masa quebrada. Mejor si son de silicona porque se desmoldan luego estupendamente, pero si no tenemos, una flanera de aluminio también puede valernos o las cápsulas de papel de las propias magdalenas.
  3. Sobre la masa quebrada vamos poniendo media cucharada de queso mascarpone, unas tiras de salmón ahumado y un poco de queso rallado. Y continuamos con otra media cucharada de mascarpone, otro poquito de salmón ahumado y queso rallado.
  4. Metemos al horno a unos 180º C durante 15-20 minutos, hasta que la superficie esté doradita.
  5. Sacamos y servimos caliente, aunque este tipo de tartas puede comerse fría o templada perfectamente, pero nosotros nos lo comimos recién hecho y estaba ¡buenísimo! El queso estaba todavía ligeramente líquido, fundido y nos supo a gloria.

Observaciones:

Y Si vamos a hacer una tarta grande con una lámina de masa quebrada entera es mejor meterla en el horno vacía, es decir, antes de rellenarla. 
Para ello, forramos el molde de quiche con la masa quebrada. Podemos engrasarlo un poco antes para que sea más fácil de desmoldar, en función del tipo de molde que usemos (uno de silicona nos ahorrará este paso, pero no queda tan bonito). Una vez forrado el molde, lo pinchamos repetidas veces con un tenedor y lo horneamos vacío hasta que esté doradito. Se saca del horno y se rellena como os he indicado anteriormente pero, como es lógico, aumentando las cantidades.
Y Para una cena informal, acompañado de una ensalada verde, me parece una opción estupenda, una cosita que se puede dejar preparada con antelación y comer a la vuelta de un día de playa o piscina. Si terminamos con una de esas maravillosas frutas de verano con la compañía de los cachorritos, ahora que comienzan sus vacaciones, ¿qué más queremos?


Espero que disfrutéis de estas mini quiches de hoy porque, en serio, ¡qué ricas! Pero si queréis hacer alguna quiche "a tamaño completo", podéis pinchar aquí.

sábado, 22 de junio de 2013

Rulitos de centeno integral

Este mes está siendo complicadillo entre unas cosas y otras.
Cierto que junio nunca es un mes fácil para mí porque se juntan cumpleaños importantes con otros acontecimientos personales y una no da más de sí. Pero este año se ha rizado el rizo y no he tenido demasiado tiempo para el blog. Pero bueno, intentaré remediar eso en la medida de lo posible dando salida a las cositas que tengo en borradores desde hace unas semanas.

Hoy os traigo unos rulitos de centeno para demostraros eso de rizar el rizo, aunque es cierto que en las fotos no parecen precisamente rizos, en fin, ahí lo dejo a la imaginación de cada cual y sin ser más explícita. 
Eso sí, os adivierto que estaban buenísimos, corteza crujiente y miga jugosa. Del centeno no se puede esperar una miga alveolada y etérea; es más bien compacta y tirando a húmeda, ideal para mojar en platos abundantes en salsas. 
No podéis perdéroslo. Además, tengo que deciros que a los cachorritos les parecieron preciosos.


Ingredientes:
ä 150 gr. de harina integral de trigo
ä 180 gr. de harina integral de centeno
ä 180 ml. de agua
ä 8 gr. de levadura fresca de panadero
ä una cucharadita de café de sal
ä 1/2 cucharadita de café de azúcar
ä 1 cucharada de miel (opcional)

Preparación:
Ya sabéis, los que me leéis a menudo, que me gusta preparar los panes con prefermento. Un día de estos tendré que lanzarme con la masa madre, pero por el momento tengo demasiadas cosas en la cabeza y me quedo en los prefermentos.
No es indispensable hacerlo, podéis utilizar el método directo que no es más que mezclar directamente (de ahí su nombre) todos los ingredientes y amsarlos. Pero yo os voy a dar las pautas tal y como yo lo preparo. El inconveniente del prefermento es que necesita unas horas de antelación para que una porción de la masa fermente antes que el resto, pero lo único que requiere es un poco de antelación porque una vez mezclada esa porción de la masa no tenemos más que dejarla reposar unas horas para que actúe sola.
ä Así que lo primero que hacemos es preparar el prefermento: mezclamos en un bol de cristal o cerámica los 150 gr. de harina de trigo, 150 ml. de agua y 1 o 2 gr. de levadura. No es necesario amasar, basta con integrar bien los ingredientes, asegurándonos de que la levadura quede bien disuelta y la harina completamente humedecida con el agua.
Tapamos con un papel film y dejamos reposar en un lugar cálido durante unas 6 horas, hasta que salgan burbujas que nos indicarán que las levaduras han empezado a activarse.
Os he hablado muchas veces sobre el tiempo necesario para la fermentación, pero ahora que llega el calor (o eso espero, que llegue el calor para quedarse, que andamos todos despistados ya con este tiempo loco), creo que no está de más insistir: las levaduras necesitan, entre otras cosas, calorcito para actuar. En invierno, por tanto, cuando la temperatura es más baja, cuesta más que se pongan en funcionamiento y necesitan más horas para actuar. 
En verano, sobre todo si, como la mía, vuestra cocina es de esas en las que se podría cocer un bizcocho sin necesidad de encender el horno, es posible que en 2 o 3 horas tengáis el prefermento listo para usar. Es cuestión de práctica y de conocer nuestro entorno.
Mi truco en verano: como no me queda otra que ir a trabajar todos los días, suelo dejar el prefermento preparado en la nevera. Con el frío comienza a ponerse en marcha pero muy despacito.
Cuando llego, lo saco del frigorífico y lo dejo a temperatura ambiente durante un rato (ya os digo, dependiendo de cuál sea la temperatura ambiente) y cuando veo que las burbujitas están en plena ebullición, me pongo con los demás pasos que os cuento ahora, después de todo este rollo, que mira que soy rollera.

ä Cuando nuestro prefermento esté listo, lo mezclamos con el resto de los ingredientes, salvo la miel, que la reservaremos para el final, y amasamos hasta formar una masa homogénea y lisita. Yo lo hago con la panficadora, pero podéis hacerlo con otra máquina o a mano.
ä Dejamos reposar esta masa hasta que doble su volumen (no os pienso volver a contar el rollo de las temperaturas y el tiempo, tampoco es cuestión de aburriros). Eso sí, no os olvidéis de dejarlo bien tapado con un paño húmedo o con papel film aceitado. Esta precaución es especialmente importante en climas secos, como el verano madrileño.
ä Espolvoreamos con harina la superficie de trabajo y volcamos en ella la masa. Amasamos para desgasificar y partimos en porciones del tamaño deseado. Yo siempre prefiero hacer los panecillos más bien chiquititos porque lo que más me gusta es la corteza y porque así puedo luego congelar los que sobran para mantenerlos en perfecto estado. (¿Quieres saber cómo congelar pan? pincha aquí y te lo cuento)
Con cada una de las porciones que hayamos hecho, hacemos una tira redondeada, como si estuviéramos trabajando con plastilina y la enrollamos sobre si misma. Con unas gotitas de agua, pegamos el extremo final para que no se nos despegue luego en el horno.
Depositamos en una bandeja de horno forrada con papel parafinado.
ä Dejamos reposar de nuevo hasta que doblen su volumen bien tapados. Al levar será cuando se eleven -valga la redundancia- más por el centro y así obtienen esta forma tan graciosa con la que me salieron a mí.
Es decir, que yo los hice planitos y luego al levar y al cocerse en el horno subieron más por la parte central y por eso adquirieron esta forma.

ä Cuando hayan duplicado su volumen, precalentamos el horno a tope y metemos dentro un cacharro metálico con un fondo de agua para generar vapor.
ä Mientras tanto hacemos una mezcla ligera con una cucharada de miel y otra de agua y pincelamos la superficie de los panecillos.
A mí me encanta el contraste dulzón de la miel con estas harinas de sabor algo más fuerte como el centeno; además, nos ayudará a que la corteza se quede más doradita, pero este paso es completamente opcional. 

ä Bajamos la temperatura del horno a 180º y metemos la bandeja con los panecillos. Dejamos cocer de esta forma, con el vapor, durante 15 minutos. Pasado este tiempo, abrimos el horno, sacamos el cacharrito que habíamos puesto con agua y dejamos hornear otros 15 minutos o hasta que al golpear la superficie del pan con un dedo, como llamando a la puerta, suene a hueco.
ä Sacamos del horno, dejamos reposar sobre una rejilla y ¡nos los comemos!

Tienen una miga así de apetecible:


Quiero recordaros, una vez más, que Cocinando para mis cachorritos participa en el concurso de Cidacos "El mejor blog de comida sana". 
Solo tenéis que pinchar aquí, buscar el blog (está abajo, hacia abajo, como siempre digo, por suerte no en puntuación jijiji) y pinchar sobre la estrellita que está más a la derecha. Os recuerdo que si gano, habrá un sorteo especial en el blog, ¡ánimo! Y gracias, por supuesto, gracias por esos votos que ya me estáis dando, ¡que estamos en cabeza! Sois unos soles.

Parece que el veranito se va instalando ya en nuestras vidas y con ello la vida fuera de casa, la piscina, las vacaciones escolares... En fin, que cocinar habrá que seguir cocinando, pero ahora de otra manera. Seguiré publicando durante el mes de julio aunque es probable que la frecuencia disminuya algo, pero en agosto nos tomamos vacaciones. Espero que vosotros también y que las disfrutéis, ¡que nos las merecemos!

Eso sí, voy a ponerme a practicar con los helados, que tengo ganas desde que mi amiga Almu me dejó su heladera el verano pasado. Si consigo que salgan ricos, amenazo con llenar el blog de helados este verano porque a la cachorrita y a mí ¡¡nos vuelven locas!!

De momento, espero que disfrutéis de estos panecillos y del fin de semana, ¡feliz sábado!

jueves, 20 de junio de 2013

Crepes de gofio canario. Desafío en la cocina

Ya empieza el verano. Con esta receta despedimos al Desafío en la cocina hasta el mes de septiembre y nos tomamos nuestras merecidas vacaciones.
Yo seguiré publicando, pero no tengo muy clara la frecuencia, así que eso os lo contaré en otra entrada que está está dedicada a nuestras desafiadoras vips, las cinco cocineras que elegimos entre todos los miembros del grupo Desafío en la cocina como las autoras de las mejores tartas del mes pasado. Mi enhorabuena a Carmela, Romina, Pilar, Leticia y Nieves.

¡Menuda nos han organizado estas chicas! Nos hicieron elegir un número a cada uno de los participantes para luego repartírselos entre ellas y proponer cada una una receta diferente. Así que este mes tenemos no uno, sino ¡cinco desafíos! Podéis verlos todos pinchando aquí, os aseguro que no os dejará indiferente porque hay muuuucha variedad.

A mí me ha tocado en el grupo comandado por Carmela que nos ha propuesto hacer crepes con dos únicos requisitos: que fuera una receta salada y que la masa fuera casera. Facilito, ¿no? Se ha portado bien, mi Carmela.
Con estas premisas y con un poco de gofio canario que nos trajo M. Luz a nuestra quedada madrileña, preparé unos crepes riquísimos que, pese a mis dudas iniciales, hicieron las delicias de los cachorritos que decían que eran pizzas enrolladas.
Para el relleno, pensando precisamente en ellos, me fui por lo clásico, algo que fuera a gustarles sí o sí y elegí salmón ahumado y huevo picadito.




Ingredientes:
(para 4 crepes grandes)
Para la masa de las crepes:
ä 350 ml. de leche (yo usé desnatada, pero podéis emplear la que más os guste)
ä 200 gr. de harina
ä 50 gr. de gofio canario
ä 1 cucharadita de sal
ä 2 huevos
Para el relleno:
ä 1 sobre de salmón ahumado
ä 2 huevos cocidos
ä 2 hojas de lechuga por persona
ä 2 cucharadas de mayonesa por persona, al gusto
ä Cualquier otra cosa que se os ocurra: una cucharadita de alcaparras, eneldo, etc. Lo que pasa es que estas cosas no les gustan mucho a mis cachorritos y no quería complicar demasiado el plato para no ponérselo más complicado.

Elaboración:

ä Mezclamos bien todos los ingredientes de la masa, a mano o con una batidora eléctrica. Reservamos en el frigorífico durante al menos una hora, para que coja consistencia. Tiene que quedar una masa relativamente espesa que nos permita darle la vuelta a la crepe sin que se nos rompa, pero lo suficientemente ligera como para que la crepe salga finita.
Mi consejo: es preferible dejarla un poco espesa de más porque haremos una primera crepe de prueba y si vemos que necesita algo más de líquido, es más fácil añadir este a posteriori que espesar la masa con harina.
ä Mientras tanto, preparamos el relleno, picando muy finos, al gusto, todos los ingredientes y disponiéndolos en boles para tenerlos a mano cuando llegue el momento de usarlos.
ä Pasado el tiempo de reposo cogemos una sartén grande o una crepera (se trata de un aparatito especial para preparar crepes, que fue lo que yo utilicé porque me lo prestó mi hermana, pero no es imprescindible; con una buena sartén podemos apañarnos perfectamente). Ponemos a calentar la sartén; cuando esté bien caliente, la aceitamos muy ligeramente, que no quede aceite excedente.
Lo ideal es echar solo una gotita y extenderlo con una servilleta de papel o con una brocha de silicona.
ä Echamos parte de la masa de los crepes, a cucharadas o con un chorro ligero, procurando que se extienda bien por toda la superficie de la sartén y que quede bastante fina. Intentaremos, además, que quede redondita para que salga más mona.
ä Para saber cuando es el momento de dar la vuelta a la crepe, nos fijaremos en la superficie de la misma, en la parte que está hacia arriba: en el momento en que se llene de burbujitas, consideraremos que está bien hecha por el otro lado. Será el momento de darle la vuelta con mucho cuidado de que no se rompa.
Os confieso que yo lo hice con las manos, a riesgo de quemarme, porque al intentar usar una paleta, me dio la impresión de que se partiría. Aquí ya entra en juego la habilidad de cada cual: igual sois de los que dais la vuelta a la tortilla lanzándola la aire. En ese caso, esto será peccata minuta.
En la imagen se ven las burbujitas de las que os he hablado, que están comenzando a formarse. Tendremos que esperar a que la mayor parte de la superficie se cubra de ellas para darle la vuelta al crepe.
También veis como es la crepera: es una especie de plancha redonda con los bordes un pelín alzados para que no desborde la masa cuando aún está líquida. En fin, nada imprescindible aunque muy útil. Nada que no podáis hacer con una buena sartén antiadherente.
Pero igualmente le agradezco a mi hermana que me la prestara porque salieron de maravilla, sin romperse ni nada.
ä Cocemos la crepe por el otro lado y cuando esté lista, reservamos sobre un plato para seguir cocinando las demás crepes de la misma forma hasta terminar con la masa. Según vayamos teniéndolas listas, las reservamos una encima de otra para que conserven el calor.
ä Ya tenemos las crepes listas; ahora solo nos queda disponer los ingredientes del relleno y enrollarlas para comérnoslas cuando aún estén templadas.

¡Bon apetit!

Observaciones:
Sobre el gofio canario: según la wiki, que siempre es muy útil para encontrar información somera, se trata de harina no cernida (es decir, sin separar el salvado de la harina) de cerales tostados, muy usada en las islas y que se exportó a buena parte de sudamérica.
A mí me ha gustado tanto el sabor como el color que el gofio le ha aportado a mis crepes y doy fe de que a los cachorritos también porque se los comieron de maravilla, pero en la península no es nada fácil de encontrar, así que si no lo tenéis, simplemente podéis sustituir la parte de gofio por harina normal y tal vez reducir un poco la cantidad de líquido porque la impresión que me ha dado es que el gofio espesa mucho la masa.

Y Sobre el relleno de las crepes: ¡imaginación al poder!
Ya os digo que yo me decanté por algo sencillito que pudiera gustar a los cachorritos, una apuesta segura, pero esta masa admite de todo. Os sugiero una visita al blog del Desafío en la cocina (pincha aquí) para ver qué nos han preparado el resto de mis compis encargados de las crepes, ¡yo pienso hacerlo ya mismo!

Espero que estas crepes os hayan dejado buen sabor de boca porque hasta septiembre no tendremos más Desafíos en la cocina. 
Yo publicaré algo en verano, pero aún no tengo muy clara la frecuencia ni como lo haré. Pero como pienso veros por aquí alguna vez más antes de las vacaciones, me resisto a desearos aún feliz verano.

Feliz jueves sí, por supuesto.

viernes, 14 de junio de 2013

Cuscús ras-el-hanout

El "ras-el-hanout" no es una especia, es una mezcla hierbas y especias. Parece que su nombre significa "la cabeza de la tienda", haciendo referencia a la mejor mezcla de especias que el mercader puede ofrecer. Por tanto, no existe una composición fija en la mezcla, aunque sí se sabe que llevan, entre otras cardamomo, comino, nuez moscada, canela, pimentón y jengibre.



Esta mezcla en concreto, la que yo he usado, fue obsequio de Carmela, en nuestra kedada madrileña y de verdad que está muy muy rica. Le da un toque especial a un plato sencillo que os apañará una comida en un santiamén. Solo tenéis que planificaros con un poco de antelación para preparar el adobo.

Ingredientes:
  • 2 filetes de pechuga de pollo cortados en tiras o trozos pequeños.
  • 2 dientes de ajo
  • aceite de oliva virgen extra
  • 2 cucharaditas de la mezcla de especias ras-el-hanout
  • 1 vaso pequeño de cuscús
  • 1 vaso pequeño de agua
  • sal

Preparación:

  1. Preparamos el adobo para el pollo, al menos 2 horas antes. Si lo tenéis más tiempo, mejor cogerá el saborcito.

    Lo hacemos así: salamos los filetes de pollo, los troceamos, los colocamos en un recipiente y lo cubrimos de aceite de oliva. Añadimos los ajos partidos a la mitad y una cucharadita de ras-al-hanout o un poco más, según nuestro gusto y mezclamos todo bien para que el pollo quede bien impregnado de la mezcla.
    Dejamos que repose al menos dos horas. Si hace calor, es mejor tenerlo en el frigorífico, que el pollo se estropea fácilmente.
  2. Pasado el tiempo de adobo preparamos el cuscús según las instrucciones del paquete. Generalmente calentando la misma cantidad de agua que de cuscús (con 1/2 cucharadita de sal) hasta hacerla hervir y mezclando con este. Se deja reposar hasta que absorba todo el agua. Se tarda bien poquito. Para este plato os recomiendo añadir al agua del cuscús también 1/2 cucharadita de ras-el-hanout. Reservamos.
  3. Ponemos una sartén a calentar sin nada de aceite porque usaremos el de adobar el pollo, para no añadir más grasa al plato. Cuando la sartén esté caliente, echamos la carne con su adobo y la freímos al gusto, apartando los dientes de ajo.
  4. Emplatamos (yo no soy la reina de las presentaciones, precisamente, pero me el otro día me hice con un arito de emplatar y había que estrenarlo) y comemos inmediatamente, cuando aún esté caliente.

De verdad que estoy encantada con el saborcito tan rico que le han dado estas especias al plato, me encantó, así que, ¡gracias, Carmela, guapa!

¿Te apetece probar otras recetas de cuscús? Pincha aquí para verlas

jueves, 6 de junio de 2013

Pan rústico de tomate

Tengo varios panes pendientes de publicar y otro esperando su sesión de fotos esta tarde-noche. 
Ya sabéis que el pan es una de mis pasiones en la cocina (es que me fascina cómo crecen las masas y lo díver que es trabajar con ellas) y que hace mucho que no compramos pan en casa, así que da para muchos experimentos. Algunos que salen bien y otros no tanto, como el fin de semana pasado, que se me quemaron unas barras de pan de olivas negras; una pena porque la miga estaba espectacular, pero claro, no estaba para ser fotografiado y costaba hincarle el diente a la corteza.

Este que os traigo hoy ya estaba en el blog en versión panificadora, pero como es el favorito del cachorrito mayor, hace poco lo hice en forma de barritas que es como más le gusta a él, sobre todo para las meriendas.


Ingredientes:

ä 100 gr. de tomate recién rallado o triturado
ä 100 ml. de agua
ä 300 gr. de harina de fuerza. Si os apetece, y yo lo he hecho en muchas ocasiones, podéis mezclar distintos tipos de harina: harina integral de trigo, de centeno, de espelta... Queda estupendo con cualquiera de ellas. En esta ocasión yo lo hice solo con harina de fuerza.
ä 1 cucharadita de azúcar (es importante para contrarrestar la acidez del tomate)
ä 1 cucharadita de sal
ä 1 chorro de aceite de oliva
ä 6 gr. de levadura fresca de panadero.

Elaboración:
ä Amasamos bien todos los ingredientes; en mi caso, en la panificadora hasta formar una masa homogénea.
ä Dejamos levar tapado y resguardado de posibles corrientes de aire hasta que doble su volumen.
ä Volcamos la masa sobre una superficie enharianda, amasamos ligeramente para desgasificar y dividimos en prociones del tamaño deseado para hacer las barritas. 
Yo suelo dividir por la mitad; con una mitad hago una barra más grande y con la otra barritas tamaño individual o lo que la imaginación de los cachorritos quiera si es que ese día están con ganas de amasar.
ä Disponemos las barras sobre una bandeja de horno forrada con papel de hornear y volvemos a dejar levar hasta que doblen su volumen.
Este segundo levado podemos hacerlo dentro del horno apagado; de esta manera, no tendremos la bandeja de horno rondando por la cocina que nos estorbará si no es muy grande, como es mi caso, y tenemos más cosas que hacer. Así, además, evitamos las corrientes de aire.
ä Cuando hayan doblado su volumen, sacamos la bandeja del horno y lo precalentamos a tope, para que coja rápido la temperatura. Metemosdentro un cacharrito de metal con agua, para que se forme vapor y cerramos el horno.
ä Practicamos unos cortes en las barras, la greña y si nos apetece, espolvoreamos ligeramente con harina para darles un aspecto más rústico.
ä Bajamos la temperatura del horno a 180º y metemos nuestras barras.
ä Horneamos durante 15 minutos, abrimos el horno y sacamos el agua. Continuamos horneando durante otros 15 minutos aproximadamente o hasta que al golpear en la base del pan, suene a hueco.
Sacamos del horno, dejamos reposar unos minutos sobre una rejilla y ¡listo para comer!


Observaciones:
Este pan es especialmente bueno para unas tostadas, con un chorrito de aceite de oliva: el sabor del tomate les confiere un gusto muy sabroso, pero no os imagináis como está un bocata de jamón en una de estas barritas, ¡haced la prueba y me lo contáis!



El truco del cacharrito con agua para que genere vapor me lo explicó no hace mucho Sara, de La cocina de los Elfos. Hasta entonces yo había declarado la guerra a este método porque las veces que lo había usado, se me había quedado la corteza blanda, lejos de ser crujiente, que es lo que se pretende.
Ella me explicó (qué gran panadera es) que el vapor debe sacarse del horno a media cocción. Durante los primeros minutos sirve para que la masa esté más blandita, no forme "costra" y crezca con facilidad. Después la sacamos porque ya habrá crecido lo suficiente y lo que necesitamos es que termine de cocerse la miga por dentro y que la corteza se quede crujiente.
Sara, desde que me lo contaste, ¡qué cortezas y qué migas tienen mis panes! Gracias.

Animaos a prepararlo para desayunar mañana, os sorprenderéis.

miércoles, 5 de junio de 2013

Bizcocho de las carmelitas descalzas de Sevilla

La nota que recibí de mi querida Amalia, de Cuadernos de cocina, reza así:

"Es una manera antigua de realizar un bizcocho y conocido era que la persona que te entregaba el vaso con la masa madre te deseaba suerte y salud.
Se requieren 10 días para su elaboración, sin usar batidora ni otros utensillos modernos.
La tradición dice que la masa te la tienen que dar y empezar la elaboración en jueves, para que el bizcocho esté listo el sábado de la siguiente semana".


Aclaraciones:
Diez días para hacer un bizcocho pueden parecer excesivos, pero lo cierto es que la mayoría de esos días no hay que hacer absolutamente nada, más que dejar que la masa repose y otros muchos solo hay que añadir un par de ingredientes, lo cual nos supone unos 3 minutos aproximadamente. Así que no, no es tanto trabajo.
Batidora y otros utensillos modernos, me muero de la risa al pensar en la batidora como algo moderno porque, según la wiki, se patentó en 1950. ¡Qué todavía consideremos moderno a algo que tiene bastantes más de 50 años es gracioso, cuando un móvil en un par de ellos, si es que te aguanta, ya está obsoleto!
No termino de comprender porqué hay que empezar en jueves y terminar en sábado. Yo comencé en domingo y terminé en lunes porque estaba impaciente por hacer este bizcocho y porque me viene mejor hornear en martes, ya ves tú.

Esta vez no pondré listado de ingredientes porque están todos mencionados en las instrucciones que transcribo de la nota que me pasó Amalia, salvo que en lugar de "jueves, viernes, sábado, etc." yo pondré día 1, día 2, para que cada uno comience el día que quiera y le venga mejor. Oye, igual si empiezas en jueves en sábado se hornea y queda más rico, pero este mío estaba buenísimo y, según el papá de los cachorritos, estaba "im-presionante, en su punto justo de crudez-cocción". A mí, personalmente, lo que me ha flipado -y perdonad la expresión un tanto vulgar- ha sido la cortecita crujiente que se ha formado por encima.
Sencillamente maravillosa.


Instrucciones:

Día 1: Se vierte el contenido del vaso (la masa madre que alguien te ha regalado) en un recipiente mayor y se añade un vaso de azúcar y otro de harina.
No se mezcla.

Día 2: Se mezcla con una cuchara de madera.

Día 3, día 4 y día 5: No se toca.

Día 6: Se añade un vaso de azúcar, otro de leche y otro de harina. No se mezcla.

Día 7: Se mezcla con una cuchara de madera.

Día 8 y día 9: No se toca.

Día 10: Nos encontramos con esto: 


Una masa fermentada, llena de burbujitas que, supongo, serán las levaduras que se han formado gracias a la harina, el azúcar y el líquido.
Por fin hemos llegado al día en el que tenemos que hornear el bizcocho, para ello, hay una serie de pautas:

Lo primero es separar de esta masa fermentada, nuestra masa madre, 3 vasos que a su vez regalaremos a aquellas personas que deseemos suerte y salud.

Al resto de la masa se le añade:
ä 2 vasos de harina
ä 1 o 1/2 vaso de azúcar, al gusto (yo le eché solo medio y creo que más hubiera resultado demasiado dulzón)
ä 1 vaso de aceite de oliva suave
ä 1 vaso de leche
ä 2 huevos enteros
ä 1 vaso de nueces o almendras troceadas. Yo siempre prefiero las nueces.
ä 1 vaso de pasas deshuesadas, enharinadas previamente. Este ingrediente me lo salté, no me gustan las pasas.
ä 1 manzana troceada. También me lo salté, no tenía ganas de pelar y trocear una manzana, ¡seré vaga!
una pizca de sal. Ahora me estoy dando cuenta de que me olvidé de la sal...
ä 1/ cucharadita de canela
ä 1 sobre de levadura (No termino de entender porqué tenemos que usar cuchara de madera y nada de inventos modernos como la batidora, pero sí hay que añadir levadura... pero no me atreví a prescindir de ella: estaba en juego el desayuno de esta mañana)
ä ralladura de naranja. Aquí he de darle las gracias a Isa, de Cocina con Reina porque su rallador es fantástico. Con la pereza que me daban a mí siempre las ralladuras; tentada estuve de usar esencia de naranja, pero las ganas de estrenar el rallador terminaron venciendo la batalla. Y eso que el costi ya lo había usado un par de veces.

ä Se mezcla todo con una cuchara de madera, se vierte en un molde y se mete en el horno,  previamente precalentado, a 180º durante 40-45 minutos.

OJO: La masa no se  guarda en la nevera, se mantiene siempre a temperatura ambiente.



Observaciones:
La verdad es que sale un bizcocho súper esponjoso y muy, muy rico, pero de proporciones considerables, así que os sugiero que tanto el recipiente que utilicéis para dejar fermentar la masa durante los 9 días previos a su elaboración, como el molde en el que vaya a ir al horno, sean grandes.
A ver qué hago yo ahora con tanto bizcocho para que no se ponga duro, igual pruebo a congelar un pedazo y así puedo actualizar esta información.

Os advierto de que uno de los vasitos de masa madre que aparté está ya en proceso de formación para un nuevo bizcocho. Ya os contaré, si sale bien, en que se ha convertido porque tengo este mes, no uno, no dos sino ¡¡¡¡tres cumpleaños súper importantes con sus respectivas tartas!!!! A saber: los dos cachorritos y su abuela, o sea, mi mami, ahí es na... No digo más.

Bueno, sí, sí digo más: ¿os acordáis del concurso de Cidacos "El mejor blog de comida sana"? ¿Que aún no me has votado? pues no hay más excusas: pincha aquí, búscame (abajo, más abajo) y pincha en la estrellita de más a la derecha.
Que no sé si os lo he dicho ya, pero si gano, habrá sorteo en el blog.

Pues a merendar, ¡feliz miércoles!

Edito esta entrada el 8/07/2013 para indicar cómo podéis hacer vuestra propia masa madre para hacer este bizcocho tan rico, no sin antes recomendaros que os paséis por mi página de facebook para estar al tanto de todas las novedades ya que lo que os voy a decir ahora lo publiqué allí hace unos días. Desde entonces he recibido varios correos preguntándome esto mismo. Este es el enlace a mi página de facebook, ¡no os lo perdáis! Pinchad aquí para acceder y luego solo falta darle a "me gusta"

Para hacer la masa madre necesitaréis:
  • 1 vaso de harina
  • 1 vaso de leche
  • 1/2 vaso de azúcar
Se mezcla todo bien con una cuchara de madera y se deja reposar fuera del frigorífico durante 24 horas.
Sabréis que está listo cuando empiecen a formarse burbujas; es normal, son las levaduras -naturales- que se han activado (ahora, con el calor del verano madrileño, tal vez necesitéis algo menos de tiempo).
En este momento podéis iniciar el proceso de 10 días que indico en la receta.