martes, 30 de septiembre de 2014

Pan deli neoyorkino

Finaliza septiembre y, con el reto Bake the world ya sí que sí estamos todos incorporados de pleno en la vida normal.
En esta ocasión, viajamos al otro lado del Atlántico, a Nueva York para preparar un pan especial para sandwiches y bocadillos, el clásico pan deli neoyorkino. Parece que los judíos emigrantes llevaron consigo, entre otras cosas, este pan aromático gracias a las semillas de alcaravea y al fermento previo hecho a base de harina de centeno, con miga suave, pero prieta, perfecto para hacer bocadillos. Sandwiches, más bien.

Tengo que decir que aunque a mí me ha encantado este pan, a los cachorritos no tanto. La alcaravea tiene un sabor intenso (he leído que recuerda al anís y que es ligeramente picante ;en casa nos ha recordado más a la hierbabuena, pero más fuerte, algo diferente, puede que lo de ligeramente picante se acerque un poco) que a los cachorritos no les ha agradado mucho. 
Pero me parece ideal para los sandwiches de la merienda a la salida del cole, así que lo repetiré sin las semillas sin ninguna duda porque la técnica, la densidad de la miga blanda y compacta y su aroma me han enamorado.
Su aspecto también:


Vamos ya con la receta:
(fuente: faragulla.com)
Para la esponja (fermento previo):
  • 112 gr. de harina panificable
  • 95 gr. de harina de centeno integral -se puede sustituir por centeno blanco-
  • 350 gr. de agua
  • 1 gr. de levadura fresca de panadero
  • 19 gr. de azúcar
  • 14 gr. de miel (2 cucharaditas de postre)
Para la masa:
  • Toda la esponja
  • 353 gr. de harina de fuerza
  • 14 gr. de semillas de alcaravea
  • 10 gr. de sal
  • 5,5 gr. de levadura fresca de panadero

  1. Lo primero es preparar la esponja (pincha aquí para saber qué es).
    Es sencillo: no hay más que mezclar bien sus ingredientes en un bol amplio. Nos aseguraremos de que tanto la levadura como la harina se han disuelto bien en el agua antes de taparlo con un film plastico si el recipiente elegido no tiene tapa hermética. También se puede usar un gorro de ducha de los que tienen en los hoteles y que yo voy almacenando en casa para estos fines. Pueden usarse varias veces.

    Dejamos reposar la mezcla entre 12 y 14 horas. Lo ideal es hacerla por la noche y dejarla descansar tranquilamente mientras descansamos también nosotros.
  2. Pasado este tiempo encontraremos una masa líquida llena de burbujas, con un olor dulzón, pero ligeramente ácido, algo como lo de la imagen:

  3. Añadimos a esta mezcla el resto de ingredientes y amasamos hasta obtener una masa fina. Yo utilicé la panificadora para amasar, incorporando primero la esponja líquida y sobre esta el resto de ingredientes y seleccionando el programa de amasado y levado.
    En cualquiera de los dos casos, hay que dejar reposar la masa unas dos horas hasta que haya, aproximadamente, doblado su volumen.
  4. Volcamos la masa sobre la superifice de trabajo, desgasificamos y formamos.
    Con estas cantidades se puede hacer una barra bastante grande o dos algo más pequeñas, al gusto de cada uno.
    Yo decidí hacer solo una que dejé levar por segunda vez en un banetón alargado. Este segundo levado deberá durar una hora u hora y media, tapada la barra con un paño limpio para que no se reseque la superficie.
  5. Pasado este tiempo, encendemos el horno a tope y colocamos en la parte de abajo una bandeja con un poco de agua para hacer vapor y crear la corteza.
    Mientras tanto, volcamos la barra del banetón a la bandeja de horno, forrada con papel parafinado (la barra era tan grande, que ocupaba toda la bandeja de horno en diagonal, de esquina a esquina) y realizamos unos cortes para hacer la greña.
  6. Horneamos (calor arriba y abajo sin aire), con el vapor dentro, unos 15 minutos a 240º. Sacamos la bandeja de agua, bajamos la temperatura del horno a 220º y horneamos otros 20 minutos, cuidando que no se queme.
    Antes de sacar el pan del horno comprobaremos, dando unos golpecitos en la parte de abajo que está bien cocido: sabremos que está listo si suena a hueco.
  7. Sacamos del horno y dejamos reposar sobre una rejilla antes de hincarle el diente.


Podemos hacer unos sandwiches estupendos con este pan. El tradicional en los delis de Nueva York es de pastrami, pero como quiera que aquí eso no es muy fácil de encontrar, yo he optado (sin foto, qué le vamos a hacer) por el clásico de jamón york y queso. Le da un toque tan especial este pan aromático que no deberíais perdéroslo.

Más versiones de este pan, de la mano de Bake the world, pinchando en la imagen:


sábado, 27 de septiembre de 2014

Mermelada de ciruelas al toque de lima

Una de las cosas que más me gusta de la panificadora, además de tener el pan recién hecho por las mañanas, son las mermeladas.
Antes de ponerme con ellas, yo era solo de mermelada de melocotón y no todas: no me gustan los dulces excesivamente dulces, no me gustan los torpezones, no me gustan los conservantes... panorama complicado, satisfacerme a mí ;)
La solución, claro está, es hacer tus propias mermeladas (y muchas otras cosas) y, por supuesto que se pueden hacer a la forma "tradicional", pero si tienes una panificadora, te ahorras tiempo. En realidad, te ahorras estar pendiente de la mermelada durante el proceso de elaboración porque es probable que el tiempo que se tarde en hacerla sea más o menos el mismo.

Así que aquí me tenéis, haciendo diferentes tipos de mermeladas según la fruta de temporada. Que es, por cierto, una magnífica forma de conservarla durante más tiempo y poder consumirla cuando se supone que ya no toca. 


En esta ocasión he tirado de las ciruelas claudias, una fruta que me encanta y que, como casi todas las frutas de verano, tiene una temporada muy corta. He querido darle un toque ácido porque las ciruelas ya son dulces de por sí y no quería que quedara una demasiado dulce al añadirle el azúcar del que tampoco quería prescindir porque es el agente que actúa como conservante en el caso de las mermeladas.

  • 500 gr. ciruelas claudias (pesamos la fruta después de lavarla, de quitar el rabito y deshuesarla)
  • 250 gr. de azúcar
  • 1 lima (ralladura y zumo por separado)
Con panificadora:
  1. Seleccionamos el programa de mermeladas. En cada panificadora tendrá un número. Ponemos la máquina a funcionar y añadimos el zumo de lima con la mitad aproximadamente del azúcar.
  2. Mientras se va haciendo el almíbar, vamos preparando la fruta: la lavamos bien, la deshuesamos y la cortamos en trozos más o menos pequeños.
  3. Añadimos la fruta, el resto del azúcar y la ralladura de la lima a la cubeta de la panificadora y dejamos que termine el programa.
Nota: la panificadora no tritura, así que es mejor echar la fruta en trozos pequeños. Si os gustan más las mermeladas sin tropezones, como a mí, podéis pasar la batidora una vez terminado para dejarla a vuestro gusto.

Con My Cook:
  1. Ponemos en la jarra el zumo de lima y el azúcar. Programamos 5 minutos, 100º, velocidad 3.
  2. Mientras se hace el almíbar, igual que en el caso anterior, preparamos la fruta. En este caso no habrá que trocearla tanto porque las propias cuchillas la triturarán.
  3. Añadimos la fruta y la ralladura de lima y programamos 30 minutos, 100º, velocidad 3.
    Al terminar, podemos optar por dar unos golpes de turbo para triturar más la mermelada, si nos apetece. Si es así, dejaremos enfríar un poco.
Método tradicional:
  1. Ponemos el azúcar y el zumo de lima en una cazuela grande, igual que en los casos anteriores y, mientras se hace el almíbar, lavamos y troceamos la fruta.
  2. Añadimos la fruta y la ralladura de lima y dejamos cocer a fuego lento, aplastando la fruta con un tenedor para que vaya cogiendo textura, durante una hora, más o menos. Tendremos cuidado de remover con frecuencia para que no se agarre.
El resultado es una deliciosa mermelada de ciruelas ligeramente ácida, gracias a la lima, que combina perfectamente con una tostada de pan de molde con un poquito de mantequilla.


En todos los casos, podemos envasar las mermeladas al vacío para que aguanten más tiempo. Como llevan azúcar y, ya lo comenté antes, el azúcar hace de agente conservante, bastará con llenar los botes elegidos, bien limpitos, hasta el borde, cerrarlos bien con tapas que estén en perfecto estado de conservación y darles la vuelta.
Se dejan boca abajo sobre un paño durante varias horas. Yo suelo dejarlos toda la noche. Al cabo de este tiempo, si el paño está limpio es que no ha habido fuga y el bote ha quedado perfectamente cerrado; comprobaréis al abrirlo que hace el clásico "plop" que indica que el vacío estaba hecho.
Aún así, a mí me gusta conservar las mermeladas en el frigorífico.

Si disfrutáis como yo haciendo mermeladas, os aviso, esta no será la última ;) Mientras tanto, podéis ver otras que tengo en el blog. Pinchad en la imagen e iréis directamente a la selección.


Feliz fin de semana.

lunes, 22 de septiembre de 2014

Quiche ligera de espinacas y gorgonzola

Antes de nada voy a aclarar lo de "ligera" para que no haya malentedidos: he llamado a esta receta quiche ligera de espinacas porque no la he hecho con nata ni quesos grasos que es lo que suelen llevar las quiches. En su lugar he utilizado leche desnatada y requesón.
Pero que nadie se crea que es una comida de dieta porque nooooo, lleva queso gorgonzola, un queso azul italiano que me chifla (como casi todos los quesos) pero que light no es, precisamente y la propia base de la quiche es ya en si una bomba de mantequilla. Que un pedacito no nos va a hacer mal, pero para una dieta no. 

¿Aclarado? Pues vamos con la receta está para morirse de rica:


Ingredientes:
  • 1 lámina de masa quebrada para la base.
    Confieso una pequeña trampa: he usado hojaldre porque cuando fui a echar mano de la lámina de masa quebrada que tenía en el congelador, esta se había transformado, milagrosamente, en hojaldre.
  • 300 gr. de espinacas frescas, crudas
  • 3 huevos
  • 100 gr. de requesón
  • 100 ml. de leche desnatada
  • queso gorgonzola
  • una pizca de nuez moscada
  • sal
  • aceite de oliva
  • 2 dientes de ajo.
Elaboración:
  1. Extendemos la base sobre un molde redondo, bajito y la pinchamos repetidas veces con un tenedor. Podemos colocar encima un puñado de garbanzos, para evitar que suba en el horno. Esto solo si usáis hojaldre, con la masa quebrada no hace falta porque no sube.
    Horneamos durante 15 minutos, aproximadamente, hasta que esté dorada. Sacamos y reservamos.
  2. Echamos 2 cucharadas de aceite de oliva en una sartén y sofreímos los dos dientes de ajo. Añadimos las espinacas crudas y bien lavadas. Salteamos durante 3 o 4 minutos. Reservamos.
  3. En el vaso de la batidora mezclamos los 3 huevos con el requesón y la leche. Ponemos a punto de sal e incorporamos la nuez moscada rallada, a nuestro gusto.
  4. Mezclamos con las espinacas salteadas (sin batir, mezclaremos con una cuchara de madera o un tenedor) y volcamos esta mezcla sobre la base de la quiche.
  5. Echamos por encima el queso gorgonzola cortado en cuadritos y horneamos unos 25 minutos a 150º. Antes de sacar del horno comprobamos pinchando con un palito que la masa está bien cuajada.
Se sirve caliente o del tiempo y es un primer plato ideal, riquísimo o una cena completa que podemos tener preparada con antelación. Si queremos recalentarlo, procuraremos no hacerlo en el microondas o la masa quedará demasiado blanda. Mejor un golpe de horno o, si no queremos encenderlo, encima de la tostadora.

Con esta receta participo, por primera vez, en el reto "Color y sabor de temporada". Este mes teníamos como protagonistas a las espinacas, ¿vemos cuántas formas distintas hay de cocinarlas?

Espero que tengáis un feliz lunes

sábado, 20 de septiembre de 2014

Magdalenas Boston cream

Boston cream... ¿qué será eso? Pues sencillo: la combinación de crema pastelera y chocolate. Sencillo y buenísimo, ideal para desayunar esta mañana de sábado, de la mano del Desafío en la cocina.
Esta era la propuesta de este mes: un dulce "Boston cream".
La tarta Boston cream o Boston cream pie es el postre oficial de Massachuset. Estos americanos es que son muy listos y patentan todo lo rico porque a ver quién no ha comido a lo largo de su vida algún dulce relleno de crema pastelera y con un poquito (o un muchito) de chocolate por encima: desde esos pepitos que ahora se llaman "eclaires" por los que nos peleábamos todos en las bandejitas de pasteles de los domingos, hasta las cuñas que merendábamos los viernes después del cole, la combinación clásica era precisamente esa: crema y chocolate.

Como teníamos que preparar cualquier dulce a lo "Boston cream" para el desafío de este mes, yo he tirado por algo muy de estar por casa, sencillito que no me complicara la vida y que la cachorrita pequeña se comiera fácilmente para merendar a la salida del cole, ahora que septiembre y el otoño ya han hecho acto de presencia: unas magdalenas Boston cream.


Ingredientes:
Para las magdalenas:
  • 2 huevos
  • 260 gr. de harina
  • 135 gr. de azúcar
  • una pizca de sal
  • el zumo de una naranja (aproximadamente 75 ml.)
  • 75 ml. de aceite de oliva
  • 180 ml. de leche
  • 1 cucharadita de levadura tipo royal

Además:
  • Crema pastelera. Podéis ver la receta pinchando aquí o en su imagen. En esta ocasión la hice tal cual indico, pero utilizando solo 15 gr. de maicena porque me apetecía una crema más ligera, que chorreara un poco al morder la magdalena.

  • 100 gr. de chocolate para fundir
  • 50 ml. de nata líquida (o un par de cucharaditas de mantequilla)

Elaboración:
Lo primero que haremos será dejar lista la crema pastelera, para que se enfríe mientras hacemos las magdalenas. La reservamos fuera del frigorífico hasta que esté tibia y luego en el frigorífico para que no haya riesgo de que se estropee.

Las magdalenas (aunque son más bien muffins):
  1. En un bol amplio mezclamos los ingredientes sólidos: harina, azúcar, sal y levadura. Y en otro, los líquidos (huevos, leche, aceite y zumo de naranja) sin que lleguen a espumar.
    Vertemos los líquidos sobre los sólidos y removemos hasta que se integren bien y no haya grumos, pero sin trabajar demasiado la masa.
  2. Vertemos la masa sobre cápsulas de magdalena hasta las 3/4 partes de la misma. Siempre lo digo, pero es conveniente poner las cápsulas, si son de papel, en soportes más rigídos especiales para este fin o en flaneras de aluminio individuales para que la cápsula no se abra.
  3. Metemos al horno precalentado a 180º durante unos 10 minutos aproximadamente. Antes de sacarlas comprobamos pinchando con un palito, que están bien cocidas.
  4. Dejamos enfríar una hora como mínimo. Hasta que estén frías del todo preferentemente para que no se desmiguen al rellenarlas.
    Y procedemos al relleno. Para ello yo he usado un descorazonador de manzanas: se saca un cilindro del centro de la magdalena y se rellena con la crema. Sencillo.
  5. En el microondas derretimos el chocolate, con cuidado de que no se queme: programamos primero un minuto, sacamos y removemos con una espátula de silicona. Si no se ha derretido del todo repetimos la operación las veces que sean necesarias a intervalos de 30 segundos.
    Incorporamos la nata líquida y vertemos por encima de las magdalenas.
  6. Dejamos reposar hasta que el chocolate se enfríe y ¡a comer!
Si sobran, tendremos la precaución de conservarlas en el frigorífico para que la crema no se estropee. Pueden durar hasta una semana en buen estado.

¿Os apetecen más sugerencias "Boston cream"? Pues visitad el blog del desafío en la cocina pinchando en la imagen y disfrutad con las delicias que han preparado todas mis compañeras:


Disfrutad del fin de semana.

miércoles, 17 de septiembre de 2014

Salsa de tomate casera {Tomate frito}

Hoy vengo con una receta básica, de esas que no deberían faltar en ningún recetario (y, sin embargo, no estaba en el blog) y que muchas veces renunciamos a preparar porque nos parece demasiado complicada, pero que, en realidad, no lo es.
Es más el pensarlo que el ponerse a ejecutarla y da excelentes resultados, nada que ver con las latas que venden. Testado y aprobado hasta por los cachorritos, no os digo más.

El color no es tan rojo como el envasado, dependerá del tipo de tomate que usemos. En esta ocasión eran unos de huerto, el huerto de mi amiga Almudena que me regaló unas verduritas mas buenas...
Os digo una cosa, de ahora en adelante pienso aprovechar los tomates maduros que en mi frutería suelen tener a muy buen precio para preparar esta salsa de tomate y tenerla siemrpe en casa. 
Esta vez no la he envasado porque la cantidad no era excesiva y ha sido hacerla y consumirla casi inmediatamente.


Pues vamos con la receta:
Ingredientes:
  • Tomates bien maduros (aproximadamente 1 kg.)
  • 1 cebolla mediana
  • 50 gr. de aceite de oliva virgen extra
  • 2 cucharaditas de azúcar
  • 1 cucharadita de sal
  • Opcionalmente se puede aromatizar la salsa con hierbabuena, romereo, orégano o alguna otra hierba aromática que sea de nuestro gusto.
Elaboración:

En My cook:
  1. Sofreír el aceite, 2 minutos a velocidad 1, 120º
  2. Añadir la cebolla, 120º, 2 minutos, velocidad 1
  3. Incorporamos los tomates partidos en cuartos, el azúcar y la sal. Programamos 20 minutos, 120º, velocidad 1 y dejamos trabajar.
  4. Una vez finalizado el tiempo, comprobamos la textura de la salsa. Si la queremos más espesa, programamos otros 5 minutos y si la preferimos más fina, pulsamos un par de veces el turbo hasta dejarla a nuestro gusto.
Tradicional:
Hay varias formas de hacerla: se pueden escaldar los tomates antes de freírlos para pelarlos o saltarnos este paso y triturar la salsa después con ayuda de un pasapurés para evitar las pieles.
Estos pasos nos los saltamos con la My Cook porque el turbo tritura de tal manera que ni una pielecilla te encuentras, ¡es genial!
  1. Escaldamos los tomates un minuto en agua hirviendo para pelarlos más fácilmente.
    Los pelamos con cuidado de no quemarnos.
  2. Sofreímos la cebolla con el aceite en una olla de fondo grueso y, cuando empiece a blanquear, añadimos los tomates partidos en cuartos.
  3. Dejamos sofreír, removiendo de vez en cuando para que se vayan deshaciendo. Unos 40 minutos a fuego medio, con cuidado de que no borbotee demasiado; quizá algo mas, hasta que la salsa tenga la consistencia deseada. Podemos triturarlo o pasarlo por el pasapurés después si no nos gusta encontrar trozos, eso ya es totalmente opcional y personal, pero si vamos a optar por hacerlo, podemos saltarnos el paso de escaldar y pelar los tomates.
Ya veis que es sencilla. Un poco laboriosa o, mejor dicho, larga porque tampoco tenemos que estar pendiente de ella absolutamente todo el tiempo, pero merece la pena, de verdad.

¿En cuántos de vuestros platos usáis tomate frito? Pues probad a hacerlo casero y notaréis la diferencia.
Si os aptece, podéis contarme cómo la hacéis vosotros.

¡Feliz miércoles!

lunes, 15 de septiembre de 2014

Patatas bravas al microondas

¿Nos vamos de tapas? 
Está claro que en toda salida de tapeo que se precie tiene que haber una ración de bravas, pero ¿quién sabía que este plato es típico de la gastronomía madrileña? Porque yo, a pesar de haber nacido en Madrid, llevar aquí toda mi vida y haberlas tomado en un sinfín de ocasiones, no tenía ni idea.
Pero parece que sí, que este plato tan famoso y tan extendido comenzó a servirse en algún bar madrileño ya desaparecido (dos de ellos se disputaron durante años su autoría, sin que llegara a quedar clara la paternidad del plato). Y, como toda receta tradicional que se precie, tampoco está clara la receta orignial de la misma, existiendo tantas variantes como cocineros e incluso regiones.
Porque lo que sí está claro es que en Madrid las patatas bravas no se sirven con mayonesa, alioli ni ninguna otra salsa diferente a la salsa brava en si misma. Sé que hay otras regiones en las que sí, pero en Madrid no, así que yo he hecho la receta madrileña.


Y, como ya he mencionado, también en la receta madrileña controversia: hay quien dice que la salsa brava lleva tomate y quien defiende que no, que el color se debe al pimentón. Yo me he unido a esta segunda corriente porque me apetecía hacerla así, sin más. Eso sí, si se llama salsa brava es por algo: ha de ser una salsa picante.

Antes de continuar con la receta, os advierto que me he permitido una pequeña licencia: no he frito las patatas, sino que las he cocinado en el microondas para hacer de esta tapa un plato más ligero, más limpio en su elaboración y mucho más rápido. La salsa se hace en menos de 5 minutos.

Ingredientes:
(sale muchísima salsa, a mí me ha sobrado bastante; se conserva razonablemente bien en el frigorífico durante varios días, pero es un plato para consumir caliente, habrá que calentarla de nuevo después. Podéis reducir las cantidades a la mitad para unas 4 personas)
  • 30 gr. de aceite de oliva (mejor virgen extra)
  • 20 gr. de harina
  • 190 gr. de caldo de cocido (en su defecto, caldo de pollo, de verduras o, incluso agua)
  • 12 gr. de pimentón de La Vera picante y dulce. Lo mezclaremos a partes iguales para una salsa bien picante. Si la queremos un poco menos brava, reduciremos la cantidad de pimentón picante en favor del dulce.
    Yo he usado pimentón La Chinata.
  • una pizca de sal
  • Una patata mediana por persona, un chorrito fino de AOVE y sal.
Elaboración:
  1. Pelamos las patatas, las lavamos y las cortamos en cuadrados irregulares pero más o menos del mismo tamaño. Las disponemos en un bol que pueda ir al microondas, rociamos con un chorro fino de AOVE y sal.
    Tapamos bien con un papel film al que haremos unos agujeros (pocos). También se puede usar una fuente de pirex de las que llevan tapa y cierran bien, más ecológico.
    Metemos en el microondas a máxima potencia durante 5 minutos. Este tiempo deberá aumentar en función de la cantidad de patata que usemos: nosotros hicimos dos patatas medianas.
    Pasados los 5 minutos, destapamos las patatas y comprobamos, pinchándolas, que están tiernas. Si no fuera así, las meteríamos otro minuto en el micro o los que fueran necesarios hasta que las patatas estén bien hechas.
  2. Mientras tanto, hacemos la salsa:
    En un cazo de fondo grueso (porque distribuyen mejor el calor) o en una sartén, echamos el aceite de oliva. Cuando esté bien caliente, pero sin que llegue a humear, añadimos el pimentón y bajamos a fuego medio. Removemos con unas varillas, cuidando de que no se agarre.
    Cuando esté disuelto, incorporamos la harina y mezclamos bien con las varillas, para que no se formen grumos.
    Incorporamos el caldo en 2 o 3 veces, sin dejar de remover, hasta obtener una salsa cremosa.
  3. Disponemos las patatas en un plato y vertemos la salsa por encima. La cantidas, a nuestro gusto.
    (fuente)
Se sirve caliente, recién hecho y ¡a disfrutar! En poco más de 5 minutos, una de las tapas más clásicas de nuestra gastronomía. Seguro que encuentras más versiones entre las que han hecho mis compañeros en el reto "Cocinamos con Reina". Pincha aquí o para verlas.


¿Quieres saber qué otra tapa puedes preparar para acompañar a estas bravas? Te sugiero unas croquetas o unos pinchos. Y una buena compañía, eso es fundamental.

miércoles, 10 de septiembre de 2014

Arroz a la cubana #conunpardehuevosTS

El huevo es un alimento muy práctico y nutritivo que debe formar parte de nuestra dieta habitual. Muy denostado durante mucho tiempo, nos recomendaban no consumir más de 2 a la semana debido al colesterol; recientemente se ha demostrado que, salvo que tengamos algún problema médico y en el contexto de una dieta sana y equilibrada, es saludable incluirlo en nuestra dieta incluso con más frecuencia.

La clara del huevo aporta proteínas de alto valor biológico y muy disponibles para nuestro organismo. De hecho, la proteína del huevo (ovoalbumina) es considerada como patrón de referencia para comparar nutricionalmente las proteínas del resto de los alimentos. Es, de hecho, el único alimento que aporta proteínas totalmente libre de grasas.
La yema sí aporta grasa, aunque son grasas "sanas" y de fácil digestión.

Teniendo el huevo por un alimento sano, desde La cocina typical spanish este mes, bajo el eslógan #conunpardehuevosTS, se ha propuesto elaborar recetas saladas que tengan al huevo como protagonista y aquí está mi aportación.

ARROZ A LA CUBANA #CONUPARDEHUEVOSTS


El arroz a la cubana, a pesar de su nombre, es un plato típico de la gastronomía española que todos hemos comido alguna vez en casa, con una u otra variante. Parece que recibió el nombre al incluír en el plato el plátano frito, aportación de la Cuba colonial que, desde mi punto de vista es todo un acierto y hace de esta comida sencilla un plato de lujo.

Ingredientes:
(por persona)
  • 1/2 vaso de arroz (si es integral, mucho mejor)
  • 1 vaso de agua
  • 1 huevo (o 2, al cachorrito mayor ya hay que darle 2)
  • 1 plátano (o medio si es muy grande)
  • Para la salsa de tomate: tomate, 1/2 cebolla, 2 cucharadas de azúcar
  • aceite de oliva
  • sal
  • 1 diente de ajo
Elaboración:
  1. Vamos a preparar primero lo que más tarda, el arroz. Para ello ponemos en una cazuela de fondo grueso una cucharada de aceite de oliva y el diente de ajo un poco aplastado; sofreímos para que el aceite se aromatice. Cuando esté caliente echamos el arroz, le damos unas vueltas para que todos los granos se impregnen del aceite y añadimos el agua. Volvemos a remover para que los granos queden sueltos, salpimentamos al gusto y dejamos cocer a fuego bajo (pero cuidando de que no pare de cocer) hasta que todo el líquido se haya evaporado, unos 20 minutos.
    Apartamos del fuego, retiramos el ajo y reservamos en la misma olla.
  2. Mientras tanto, preparamos la salsa de tomate.
    Si decidimos hacerla con tomates frescos, los escaldaremos primero para poder pelarlos con facilidad, retiramos las semillas y los ponemos en una sartén con un fondo de aceite de oliva y la media cebolla (triturada o entera; yo la pongo entera para poder retirarla después).
    Según se vayan calentando, irán ablandándose. Entonces los vamos chafando con la cuchara de madera o con el tenedor. Salamos al gusto y añadimos una cucharada de azúcar para corregir la acidez.
    Tapamos, bajamos el fuego y dejamos cocer unos 10 minutos, hasta que el agua se evapore y tenga una textura más bien espesa. Reservamos.
    Cuando la salsa esté lista, podemos pasar por la batidora si la queremos más fina. Reservamos.
  3. Pelamos el plátano, lo cortamos a la mitad longitudinalmente y lo freímos en una sartén con una pizca de aceite de oliva. Deberá estar unos 3 minutos por cada lado, a fuego fuerte, para que quede blandito y ligeramente dorado. Reservamos.
  4. Antes de freír el huevo, montamos el plato, para servir el huevo recién hecho y comerlo calentito. Para ello ponemos en el plato el arroz blanco (se puede usar un aro de emplatar, o no), una o dos cucharadas de tomate frito o más, si es de nuestro agrado y el plátano frito.
  5. Freímos el huevo:
    Truco que me enseñó el papá de los cachorritos hace unos años para evitar que se rompa (si es que hay que aprender de todos): cascamos el huevo en un vaso; al no echarlo directamente en la sartén teniendo cuidado de no quemarnos, es más fácil controlar como lo hacemos para que no se nos rompa, aunque en ocasiones ocurren desgracias, jijiji.
    En una sartén pequeña y en buen estado -imprescindible para que no se agarre y se rompa- colocamos un fondo de aceite de oliva y lo calentamos. Cuando esté bien caliente echamos el huevo; lo dejamos cuajar en la sartén hasta que esté a nuestro gusto. Esto de los huevos es casi como el pedir el café en un bar: tres personas que van, tres cafés distintos que se piden; con los huevos fritos pasa parecido: con puntilla, bien cuajado, clara cuajada pero yema líquida para poder mojar pan, en fin... déjalo a tu gusto, no hay una forma de decir "así se comen los huevos fritos"... ¡se comen como a cada uno le gusten! Incluso puedes hacerlo a la plancha o en el microondas si quieres que tenga menos grasa.
  6. Finalmente incorporamos el huevo frito al plato que teníamos ya casi listo y servimos caliente.
    Se come como cada uno prefiera. A mí me encanta partir el plátano y el huevo y mezclarlo todo con la salsa de tomate y el arroz, ¡¡¡buenísimo!!!
Este sencillo plato es perfecto para que lo preparéis en momentos de apuro: no me ha dado tiempo de ir a la compra, se me olvidó descongelar la cena o, como en mi caso, recién aterrizada de las vacaciones con la nevera desierta.
Y a los cachorritos les encantará, os lo puedo asegurar. 

Pero si tienes ganas de comer huevos y te apetece descubrir nuevas formas de cocinarlos, no tienes más que mirar las suculentas propuestas del resto de los participantes en la iniciativa #conunpardehuevosTS pinchando aquí.


Espero veros en la próxima iniciativa TS.

sábado, 6 de septiembre de 2014

Noodles con pollo y almendras

Menudo descubrimiento hemos hecho en casa con los fideos chinos.
Hace un tiempo los compré en Lidl para probar y porque los cachorritos estaban empeñados, al verlos en una serie de dibujos, en probarlos. Les encantaron y he de decir que a los papás también. Me parecieron súper versátiles y una pasta muy fácil de preparar al no necesitar cocción, si no simplemente hidratación, así que desde entonces los hemos probado en diferentes versiones.
Esta que hoy os traigo lleva pollo y almendras, todo un clásico de los restaurantes chinos; junto con el poquito de verdura y la pasta, es un plato completo que puede ser plato único para un menú bien rico. Si les ponéis unos palillos chinos conseguiréis que la comida sea, además, un momento muy divertido.


Ingredientes:
  • 1 paquete de noodles (fideos chinos) y una olla con abundante agua
  • 4 filetes de pollo
  • 2 zanahorias
  • 1 cebolla pequeña
  • 150 gr. de almendras crudas
  • 4 cucharadas de salsa de soja
  • 150 ml. de vino blanco
  • aceite de oliva
Preparación:
  1. Limpiamos los filetes de pollo, retirando toda la grasa. Los cortamos en tiras de tamaño más o menos homogéneo y los ponemos en un recipiente en adobo junto con la salsa de soja, la cebolla cortada en tiras muy finas y el vino blanco.
    Deberá estar en adobo al menos una hora. Cuánto más tiempo, más sabroso.
  2. En una sartén con una pizca de aceite de oliva tostamos las almendras a fuego medio y con cuidado de que no se quemen. Retiramos y reservamos.
  3. Pelamos la zanahoria, la cortamos en rodajas gruesas, las salteamos con una cucharada de aceite de oliva en la misma sartén que habíamos usado para las almendras. Con un par de minutos bastará, el objetivo es que quede al dente. Retiramos y reservamos.
  4. Separamos las tiras de pollo del resto de los ingredientes del adobo y los sellamos en la misma sartén. Añadiremos un poco más de aceite si fuera necesario. Cuando el pollo esté doradito por todos los lados, incorporamos el resto de los ingredientes (almendras tostadas, zanahoria salteada, cebolla en tiras y la salsa de soja y vino blanco), comprobamos el punto de sal, rectificamos si fuera necesario y dejamos cocer a fuego medio durante 10 minutos.
  5. Hidratamos los noddles según las instrucciones del paquete. Los que yo he comprado se hacen así: ponemos a cocer una cazuela con abundante agua salada, cuando hierva, apagamos el fuego, echamos los noddles, los dejamos en el agua durante un par de minutos y los escurrimos.
  6. Mezclamos con el pollo y su salsita, servimos y ¡listo!
Como a los cachorritos no les gusta encontrar trozos de cebolla en la comida y a mí no me apetece estar retirando cebolla, antes de incorporarla a la sartén la pasé por la picadora. Eso le da más consistencia a la salsa y los cachorritos se la comieron sin rechistar. Es un truco que uso mucho en mi cocina.

Feliz fin de semana.

P.D. Si os apetece ver más recetas de comida china, podéis elegir estos fideos chinos con verduritas y gambas o este arroz tres delicias ;)

miércoles, 3 de septiembre de 2014

Bizcocho de yogur y lima en panificadora

Después de varias semanas con el blog cerrado por vacaciones, reemprendo la andadura con una receta dulce para hacernos más llevadera la vuelta al cole.
Los cachorritos aún disfrutan de unos días de tregua, pero sus papás no, así que este bizcocho de lima, fresco y suave a la vez (parece contradictorio, pero no lo es, ya lo veréis) es perfecto para desayunar en la oficina o en casa estos días en los que aún aprieta el calor.

La receta está basada en la de mi amiga Patricia, del blog El trasgu de las galletas. Os recomiendo muchísimo que lo visitéis porque es una estupenda cocinera y una magnífica repostera. Así ha salido de rico el bizcocho.
Pero yo lo he hecho solo con claras de huevo (de ahí el color tan blanquito del bizcocho, aunque es una pena porque en las fotos no se aprecia del todo) porque las yemas las utilicé para hacer el helado de tiramisù; he compensado con un poco más de líquido al añadir el zumo de una lima lo que, además, intensifica su sabor.

Delicioso. No os digo más y os dejo directamente con la receta.


Ingredientes:
  • 1 yogur griego (Patricia lo hace con nata)
  • 1 lima
  • 230 gr. de azúcar
  • 180 gr. de harina
  • 50 gr. de mantequilla
  • 70 ml. de leche
  • 3 claras de huevo
  • 1/2 sobre de levadura tipo royal
  • Para la glasa: azúcar glass y el zumo de media lima.
Preparación:
(la receta está hecha con la panificadora; se puede hacer de forma tradicional,
os lo explico más abajo)
  1. Lavamos bien la lima, rallamos la cáscara -solo la parte verde, sin llegar a la blanca que es la que amarga- y la exprimimos. Reservamos.
  2. Seleccionamos el programa de dulces de nuestra panificadora. Dependerá del modelo. Y la ponemos a trabajar.
  3. Con cuidado de no echar nada fuera de la cubeta, echamos en primer lugar el yogur, el zumo y la ralladura de la lima. Vamos incorporando las claras de huevo una a una para asegurarnos de que se están mezclando bien. A continuación echamos la mantequilla y la leche y después, poco a poco, el azúcar, la harina y la levadura.
    Vigilamos bien que todo se integre correctamente. Si fuera necesario, nos ayudaríamos de una espátula de silicona para conseguir que todos los ingredientes estén bien mezclados.
    Una vez que termine de amasar, podemos quitar la pala amasadora.
  4. Dejamos que la panificadora termine el programa y sacamos la cubeta de la máquina.
    No desmoldaremos el bizcocho hasta que se haya templado un poco, para que no se nos rompa.
  5. Mientras tanto, preparamos la glasa, mezclando el zumo de media lima con azúcar glass (unas 4 cucharadas, hasta que tenga la consistencia de una pasta espesa).
  6. Desmoldamos el bizcocho y, aún caliente, bañamos con la glasa y dejamos enfríar.
¡No dejéis de coger una buena porción de la que lleva glasa "crujiente" por encima!


Observaciones:
Y Si no quieres poner la glasa por encima -no te lo recomiendo, le da un toque súper especial y acentúa aún más el toque cítirico- ten en cuenta que la panificadora no dora los bizcochos, saldrá blanquecino por arriba. Puedes conseguir un efecto más doradito echandole un poco de azúcar moreno unos 10 minutos antes de que finalice el programa y tapando la panificadora durante ese tiempo con un paño de cocina. Echa un vistazo aquí para ver una explicación más detallada.

Y Para hacer este bizcocho sin panificadora, a la manera tradicional, no hay más que mezclar los ingredientes (primero todos salvo la harina y la levadura; cuando estén bien mezclados, incorporamos la harina y la levadura tamizadas si es posible). Se vierte la mezcla en un molde forrado con papel de hornear y se hornea durante unos 40 minutos a 170ºC, hasta que al pinchar con un palito en el centro del bizcocho este salga limpio.

Esta receta aprovecha las claras de huevo sobrante de una receta anterior. Por eso es perfecta para participar en la iniciativa de Marisa, "Reciclando sabores". No dejéis de visitarla para aprender ideas nuevas sobre cómo reutilizar alimentos, los que ella llama "los tristes de la nevera"

¡Feliz vuelta a la rutina!
(qué pereza)