Hoy iba a publicar una receta (secreto secreto) de un dulce muy rico que preparé este fin de semana, que tiene, entre sus ingredientes, el buttermilk.
Como preveo que lo usaré más veces en el futuro, he considerado conveniente dedicarle una entrada en exclusiva al buttermilk.
El buttermilk o suero de leche (aunque la traducción no es muy exacta) se ha obtenido tradicionalmente al batir la nata para convertirla en mantequilla; el excedente o líquido que quedaba, ese suero de leche o suero de mantequilla, que sería más exacto, es el buttermilk.
Es una bebida muy apreciada en algunos países, con un gusto agrio y un ingrediente muy utilizado en bollería para conseguir una miga ligeramente húmeda y muy jugosa.
Por lo que he estado leyendo en internet, parece que se comercializa, especialmente en supermercados extranjeros y en España también en algunos "importados", tipo Lidl.
Pero si a mí me gusta preparar los dulces en casa es porque me gusta cocinar, sí, pero sobre todo para procurar eliminar de la dieta familiar productos excesivamente elaborados que a saber qué componentes llevan.
Así que, investigando un poquito, descubrí que se puede preparar algo parecido al buttermilk con dos ingredientes que es raro que falten en nuestra cocina: leche y limón (o vinagre).
Y es tan sencillo como las instrucciones que os detallo a continuación:
- mezclar, 135 ml. de leche entera -aproximadamente medio vaso- con el zumo de medio limón. Remover bien.
- Dejar reposar al menos 10 minutos.
- Pasado este tiempo, remover y mezclar con el resto de la masa.
La textura que vamos a obtener es muy similar a la leche cortada, como veis en la imagen y se usa, como he explicado anteriormente, en bollería para darle mayor jugosidad a masas que, de otra manera, podían ser demasiado secas.
Además, ayuda a la conservación, durante más tiempo, de los bizcochos jugosos. Vamos, para que no se sequen tan rápido. Perfecto para la repostería casera.
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