Desde que hice el boletín de inspiración gastronómica dedicado al pollo, se me quedaron en la mente un montón de ideas para cocinar esta carne, versátil donde las haya, un poco diferentes a la habitual, pero no fue hasta ayer que tuve ocasión de poner una de ellas en práctica.
Se trata de una receta sencilla, que no os llevará preparar más de 15 o 20 minutos, más el tiempo de horneado y que da un resultado fantástico porque la salsa es espectacular, ideal para mojar pan o mezclarla con un poco de cuscús o arroz blanco.
Ingredientes:
- Jamoncitos de pollo (2 o 3 por persona)
- 1/2 vaso de miel
- 1/2 vaso de vino blanco o agua
- 4 o 5 cucharadas de salsa de soja
- 1 cebolla mediana
- semillas de sésamo para rebozar (unas 8 cucharadas)
- sal
Preparación:
- Precalentamos el horno a 200º C. Mientras alcanza la temperatura, vamos preparando la carne.
- Cortamos la cebolla en aritos muy finos que pondremos en el fondo de una bandeja o fuente apta para el horno.
- Salpimentamos los jamoncitos de pollo al gusto y pintamos con miel, con ayuda de un pincel de cocina. Si la miel está demasiado espesa, podemos calentarla unos segundos en el microondas para facilitar la tarea.
- Rebozamos los jamoncitos pintados en miel con las semillas de sésamo y vamos depositando sobre la bandeja de horno, encima de la cebolla y metemos al horno.
- Horneamos durante 30-40 minutos, con cuidado de que no se quemen porque el azúcar de la miel puede hacer que se nos tuesten demasiado rápido.
A mitad de cocción sacamos la bandeja del horno y añadimos el 1/2 vaso de agua o vino blanco junto con la salsa de soja. Si fuera necesario, podemos echar algo más.
Menú sugerido:
Primer plato: Crema de calabaza.
Segundo plato: jamoncitos de pollo en salsa de soja y miel.
Pan, para mojar en la salsita: rulitos de centeno integral.
Postre: mejor una pieza de fruta, pero si os apetece algo dulce, probad un poquito de arroz con leche.
Os diré que, cuando el cachorrito mayor me vio preparando este plato auguró "a mí el pollo con sésamo no me gusta", afirmación desmentida después por la voracidad con que se lo comió. Conclusión: sí le gusta el pollo con sésamo. Al resto de la familia, también.
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